Andalán y las 8 artes liberales Libros Labordeta, simplememte José-Carlos MA1NER: Labordeta. Ediciones Júcar. Colección Los Juglares. 1978. 192 páginas. 200 pesetas. Al dar noticia de este libro, por tantas razones apasionante (garantizada la lectura de un tirón, o casi), entra el rubor de lo tan propio, •que no es fácil enfocarlo distanciadamente. Labordeta, fue fundador con quien esto firma, de la idea primitiva de ANDALAN. Y alma del equipo durante toda su historia en tan diversas formas y tan depresivo-entusiásticamente; es imposible ignorarlo o pretender asepsias hipócritas. También el autor de la biografía estuvo en ANDALAN desde los primeros tiempos, y puede haber quien piense que se trata de un apaño entre amigos. Si nunca lo fue ANDALAN, mucho menos este libro, que alude con justicia y claridad al colectivo siempre que parece oportuno y necesario, pero que remonta con mucho el anecdotario del grupo para presentar, en el contexto terrible, surrealista a veces, en todo caso duro y nostálgico de una posguerra incivil, a este hombre singular, sin duda una de las figuras claves de la cultura aragonesa de nuestro tiempo. No vamos a encarecer, pues, la importancia de José Antonio Labordeta —mucho más que un espléndido, eficacísimo cantautor en los tiempos de espera y lucha por la libertad—. Había dos posibilidades fundamentales para una biografía de José Antonio: ceñirse mucho en su historia personal, en su peripecia individual, en su familia (tan decisiva siempre en torno suyo), en sus trabajos profesionales, en su propia aventura de cantar y callar a caballo de la dictadura. O bien —y esta ha sido la opción de Mainer-, hablar de un tiempo y de un pueblo (Aragón en los años de la posguerra, hasta 1975) a propósito de José Antonio Labordeta, sin duda la figura más importante de este tiempo aragonés. Evidentemente este tipo de enfoque arriesga mucho, pues deliberadamente se compromete a darle al lector un sinfín de claves, que no siempre son fáciles de relacionar o vincular con el biografiado. El pie resulta, entonces, forzado, argumentalmente, aunque siempre interesa, porque Mainer descorre con mano diestra nuestra intrahistoria social, ideológica. Este libro, concebido y escrito hace mucho tiempo —escrito con prisa y entusiasmo para entonces— supera el riesgo del desfase, pues no es coyunturalista, sino todo lo contrario: acaso categorizador en exceso. Nadie busque, por lo tanto, ni falta hace, alusiones específicas a los últimos tiempos democrátricos. El libro estuvo compuesto materialmente antes y sólo razones editoriales lo han retrasado hasta hoy. Lástima que con tal retraso, no haya tenido ocasión el autor de contrastar tantos recuerdos, tanta información casi siempre rica y precisa pero en ocasiones distorsionada globalmente. Por citar ejemplos personales, quien esto firma jamás fue profesor en la Normal de Teruel, aunque si en casi todos los demás sitios, del Instituo al Seminario; ni pisó en su vida el Colegio Mayor "San Pablo" de Madrid, a pesar de su juvenil pertenencia en los primeros sesenta a las clandestinas juventudes demócrata-cristianas. U otros detalles menores de biografías ciertamente embarulladas... La estructura total del libro es excelente, así como la breve y acompasada división en capítulos, las fotos testimoniales, y el apéndice con una precisa antología de canciones. El lenguaje de Mainer, tan personal ya dentro del máximo rigor terminológico; su rápida caracterización de hechos y personajes que no le va a regatear disgustos y enfrentamientos en abundancia (¡aún habla claro, , aquí...!). El mundo de Labordeta, —a veces ensanchado intencionalmente a épocas muy anteriores a su infancia o a sectores sociales nada frecuentados por él-, es inmensamente rico dentro de lo que da de sí la gusanera zaragozana o las arcillas turolenses bien dudadas por la brigada social de los años sesenta. La presencia de ANDALAN en la vida de Labordeta es amplia, concienzudamente narrada. José-Carlos Mainer conoce muy bien los primeros años andalaneros, que vivió con ilusión y entrega. Su ausencia de los últimos tiempos se deja notar, y ojalá si una oposición o una autonomía nos lo trae pronto a la universidad aragonesa, se cuente a fondo con su ya granado estilo de trabajo. Hasta hoy, esas páginas son la más densa y certera descripción de aquellos años duros y "entrañables", a pesar de todo. El problema para entender este libro es si sólo es magnífico para iniciados en aragonesismo, para quienes estamos en el secreto de nombres y hechos de estos años; nos lo habrán de decir lectores foráneos. Para ellos, me temo que esa, ciertamente indescriptible circunstancia, deje sin explicar algunas cosas. Por ejemplo la -¿deliberada?- ausencia casi total de datos e interpretaciones políticas; acaso también debidas a la muy marcada ausencia del autor en estos dos años y medio. En cambio, es posible que a algunos les resulte excesivamente analítica tanta referencia sociocultural y hasta psicoanalítica, o la obsesiva aunque no del todo especificada y aclarada relación de José Antonio con su hermano Miguel. Pequeños matices. Cuantos conocen bastante a Labordeta, y son miles, leerán con avidez este apretado libro. Luego se indignarán, acaso; tal vez entiendan muchas cosas. Puede que se entusiasmen. Nadie, absolutamente nadie, va a quedar indiferente. Y en ANDALAN, aunque casi nos ruborice tanta historia propia, con las naturales, democráticas y afectuosas discrepancias que unos y otros tengamos, la aparición de este pequeños gran libro, es una fiesta. Eloy Fernández Clemente El frío cadáver de un gato caliente Nada menos que seis años después de que la avestruz Andrea diese muerte certera y definitiva al gato Fritz asestándole un golpe seco con el picahielo en la nuca, llega a Zaragoza la versión cinematográfica del más conocido personaje, junto a Mr. Natural, del padre del cómic underground —o comix, para diferenciar-, Robert Crumb. Descontextualizada, pues, tanto en el tiempo como en el espacio, del calendario y el solar concreto en que nacieron las criaturas crumbianas, la película llega a España, si no falseada, si profundamente desvigorizada. Si a ello añadimos que el cómic underground U.S.A. es aún de conocimiento tan reciente como restringido, es fácil imaginar que el enfrentamiento del espectador español con la película se hace sin la necesaria puesta "a la page" que sería deseable para llegar al fondo de las claves de interpretación de el film —falsa y enfáticamente apellidado en los reclamos como "la primera película de dibujos animados autorizada solamente para mayores"—. Como ocurre con la práctica totalidad de los intentos de animar cinematográficamente historietas y febeos nacidos para la ilustración —recuérdese, salvando las distancias, las experiencias de "Asterix" o los hispanos "Mortadelos"— , el transporte de los "cartoons" crumbianos al celuloide desenmarca inmediatamente la intencionalidad primitiva y pura del producto. En el caso concreto de gato Fritz, la cromatización del dibujo no estro¬ pea esa ' cava tanto como la animación (de hecho, algunos cartones de Fritz nacieron ya coloreados por el propio Crumb), puesto que un valor esencial de la obra crumbiana es el "movimiento estático" sugerido en todas y cada una de sus desgardabas líneas a plumilla. Purismo aparte, la película intenta, —sin conseguirlo, del todo- sintetizar las complejas componentes que conforman el Crumb de la década de los 60 (aún vive el gato Fritz y Mr. Natural no parece que vaya a entrar en el manicomio): el black power, la guerra del Vietnam, los primeros balbuceos de las Womn's Lib, el movimiento hippie (y, curiosamente, hasta la intuición de lo punk) el izquierdismo universitario —que un crítico zaragozano sobrevuela sin pararse a echar un vistazo a la influencia marcusiana— , ... toda esa Norteamérica, en definitiva que Crumb no quiere tanto destruir como "regresar" al útero de la madre que parió a Mr. Natural. ,'oíj, guau : ; evwe-s toco u*j T/o :/'üer Sí A - J ] ÜO Película crujiente y hermosa, en definitiva... aunque sólo sea por la gozada de ver y oír como cruje el cristal de caramelo disneyniano, celosamente custodiado por los "pigs" —policías— para que el American of Life se preguntase, tras las tostadas con mantequilla, "¿verdad que ser americano es una de las pocas cosas serias que se puede ser en esta vida?" José Ramón Marcuello La Hermandad Pictórica Aragonesa Creo, que el mayor problema que arrastra consigo la crítica de arte hoy día, y la "inteligencia" del Arte en general, radica en la proliferación de tendencias que intelectualizan su comprensión. Todo "entendido" en pintura se plantea, en general, la apreciación del Arte con una complejidad que rebasa en muchos casos, la propia intención del artista y propicia de tal manera una serie de lecturas que se alejan, no sólo de esa intención, sino que trasciende la propia función del cuadro como objeto, asignándole objetivos que, dada la estructura general del "hecho artístico" no traspasa las redu¬ cidas fronteras de "élite' pel asumido, aunque sea lamentar, desde siempre. Y digo esto porque la visu hzacion de la obra de la ¿ mandad Pictórica Aragón presentada en Libros DuP inducir a fácil error y \l que se trate de "trampa admamente preparadas nL, los Hermanos Pascual ^\ go,smo, porque a todos se nos hacen los dedos huéspedes 3 digerir una obra sin mayore! complicaciones. Añadamos esto las citas insertas en Ú propios cuadros y habremo hallado los cinco pies al gato . i™ será Porque la pista] facilitada por el catálogo (páo 11) no es suficientemente reveladora y coherente con loj que cuelga en las paredes... Apelar a reconocimientos "objetivos" resultaría valdío al igual que definir como "paii sajes" estas obras, insensato. La "Realidad" para la Hermandad anda a distinto nivel que la "crónica" de la realidad Lo suyo es algo sensorial, inmediato y subjetivo, y el'pajsaje, en este contexto, pierde .su identidad como "parte integrante de un todo", se particulariza el idealizarlo y se convierte en pretexto anímico, en contacto vital únicamente, en modo de expresión de primera mano fuera de su propia Realidad Paisajística. De acuerdo que todas estas actitudes resultan excesivamente alejadas del ánimo atribulado de cualquier rata de Ciudad, condicionado por el tráfago y las prisas, pero esa es la Verdad de los Rodrigo, Verdad que, además, existe, como lo demuestran el considerable número de obras que ocupan las tres salas en Libros; Verdad, (tan alejada de la de tantos de nosotros), que bien merece la pena ponerla en igualdad y equivalencia con las Verdades edificadas por el Ego de cada uno y por que hay que sentir un profundo respeto. Royo Morer Sala Luzán: El rollo de Eduardo Sanz Uno estaba convencido de la prioridad didáctica que debía asumir la programación de la nueva y y espectacular Sala de la Caja de la Inmaculada, y así creyó adivinar los tiros a raíz de la exposición inaugural, e incluso, de la muestra de Manolo Hugué. Lo de José Luis Sánchez no lo entiendo del todo pero se podía aguantar. Con la exposición de Eduardo Sanz se han pasado. Y no porque Eduardo Sanz sea un "Don nadie" en el cotarro plástico del País ni mucho menos, sino porque han montado la exposición mas controvertida y menos didáctica (de cara a la Pintura) que con obra de Eduardo Sanz se podía montar. Cuando la Pintura abandona su propia identidad para en ramarse en ramas de exquis ta ambigüedad. Cuando segu propia confesión), elpmto^ 12 ANDALAN