a debate.. A week in Manhattan (Una semana en Nuevaor) WESI DE TORY En la inauguración de la Semana, dice el Cónsul General, señor Porrero: «MMmmbbddrr estosss hyuggredecidoss frrtssenvenidosss señordirectorrr generaldemissssión la palabra». Y ya no dice nada más. Ciceroniano, estuvo. Eso sí: aplaudía con las puntas de los deditos, muy bien. El poema que recitó/mutiló la Directora General era de Miguel Hernández. Pero ella no lo sabía. Lo dijo a cachos. Y lo llamó «un poema». Hubo cubanito que comentó; lo bien que componía aquella dama. Calle 185, esquina a St. Nicholas Avenue. Dice el letrero: «El Baturro. Disco-Bar. Saturday nigth, Love's Day. Salsa». Los huevos del Hotel Mansfield. Entre pan bimbo, por la mañana, fríos. La expedición, espartana, los engulle, siete veces seguida por persona. Y la dueña, como decía su empleado, en sus narices anglohablantes: «Permítame, por favor, eh una histérica, permítame un momentito no más»... González Uriol tocando el órgano con linterna. Si se anuncia así el concierto, seguro que hay lleno. Demostró que, llegado el caso, toca el órgano con linterna o con lo que haga falta. El órgano de San Patricio. O sea: el de la catedral, me refiero. Hubo desfile, a pesar de todo. Los de Jaca se vistieron de cosa y se lo montaron ellos solos, por la Quinta Avenida. Todo por libre, pero lo hicieron. Baturros y montañesas hicieron girar el cuello a los manhattanianos. Fernando Biarge fue el héroe de las jornadas: cuatro ventanas sin cristales en una oficina de trece sillas. El aparato de vídeo no era compatible. Y un proyector se cascó apenas al llegar. El otro, dos días después. Allí no arreglaba nada nadie, ni nadie preveía nada. Fue peor que lo de Labordeta, que le alquilan un equipo de sonido sin altavoces. La cosa parece un guión para cine de García Abrines. Pero, no. Son los éxitos del Instituto de Emigración. Que son verdaderos éxitos, y no los que creíamos aquí que se iban a lograr. «Oiga, señor, que no toque más 12 ANDALAN Lo más terrible fue llegar a Liberty Isalnd y comprobar que la estatua famosa tenía la cara del profesor Fatás. Una cosa dramática, aquello. tiempo.» «Pero ¡si me falta una misal entera por tocar!» «Lo siento mucho I señor, no hay tiempo. O deja de tocar! o le desenchufo el órgano» (el de la ca-1 tedral, claro). Dejó de tocar. «Por favor: Can you tell me te hour for the Spanish Mess, today?» «Aquí no hay ninguna misa espano-l la, señor». «¿Está usted segura?» «Muy! segura, señor. Mire usted mismo 1( horarios del día». «No hace falta, tn chas gracias. Seguramente el error de una Directora General». «Sorry?»! «Nada, nada. Cosas mías». Encima a uno de los empresarios,! vasco de nación y aragonés de fuero] por el West Side, una noche, le sacan! una navaja. Suelta una patada «a hispánica» y se salva, aunque se trae! un siete en los bajos de la pierna. En la esquina de más allá, cerquita del ho-j tel: «Marihuana, tengo marihuana», Yj te ofrecen ver negritas a pelo por miseria. Más publicidad que la casade| España. «Si no es por el chofer irlandés, tocamos». Solitos en Newark, camino! de un College, un porrón de gentes metido en el autobús se salvan porque] el conductor que los lleva es un tío salao. Otro éxito de la Casa de España,] sin cuya colaboración no se hubieran anudado tantas amistades entrañables] entre aragoneses y chóferes irlandeses] de autobús en Nueva York. El funcionamiento del Metropolitan; «Pero ¿cómo que Goyas?» «Sí, señor: Goyas de Goya». «Y ¿dónde, dónde?»] «En la Spanish House de Nueva] York». «Ah, en la Hispànic Society» «No, no: en la Spanish House, Spániscli I Jáus, Casa de España, Jáus of Es ] páin». «Y ¿dónde está?» «En la calle 39, junto a la Edison, donde las chimeneas grandes.» «¡Hombre, eso se avisa! ¡Hubieran estado mejor aquí!» (Ni idea, el tío. Ni idea de lo que es hacer patria. Y, así, todos los yanquis. " idea; ni idea tienen, los tíos). El Ballet Clásico se comportó con abnegada heroicidad. Niños y adolescentes de gran profesionalidad en cuyos cuerpos Mendelssohn, Mozart, Ravel o Minkus se volvían delicada perfección. No les llenaron el Joyce. que es pequeñito y de ensayo. Aun asi, les cayó alguna oferta. Todo muy íntimo, muy íntimo.