yn senador de Puerto Rico, en visia Nueva York, tiene el canal 41 paél sólo, con fiesta borincana, entrelistas, y es0 'I06 se ^ama "amplia coLtur'a informativa». Los que lo hicieL mejor: los camareros (para quienes [Consejero de Cultura pidió una ova¡fa que todos dedicaron con entusiasmo) y los pequeños funcionarios que Lantaron, como psiquiatras de baL0 las descargas de adrenalina y bilis tanto decepcionado. Y sin hablar [I de sus jefes. Lo cual es lealtad beroqueña, en este caso. El milagro del baile de Aso de Sofcremonte, a punto de extinguirse, sondo en Nueva York para cuatro gaes como para cortar el órgano. Pelo no el de la catedral, precisamente. iGive you the peace», que decía el cuamericano de la misa baturra, al ;abar. «The peace, tus morros», que le oyó susurrar por allí cerca. El factótum del «Spanisch Institu;», en Nueva York, se llama Mohaied. No habla ni palabra de español, ero da lo mismo, porque cuando llean los conferenciantes de la Casa de jspaña la directora se ha ido a la ópela y al subdirector le duele algo y no [aparece. Entre Mistress Hilton y MoI hacen España por su cuenta. [Muchas gracias, paisa. Casi tan malo fue presentar al Con[sejero de Cultura de la D.G.A. y a García Abrines, que había venido ex Irofeso desde New Haven. Abrines se [encasqueta un cachirulo rojinegro y [cuando le presentan al consejero, hinca rondilla en tierra y le besa la mano, [con los' ojos en blanco, prorrumpiendo ¡en gritos de «¡Qué suerte tengo, qué ría!». El Consejero, que bastantes [cosas llevaba vistas ya, aguantó estoi¡camente el chaparrón surrealista. «Oiga», dice un ejecutivo aragonés al de la Cámara de Comercio española Nueva York que le explica lo que [es el dólar, «que no está usted hablancon subnormales. Que yo llevo veinticinco años exportando a los USA». «Pues si no le gusta — responel otro — , se da usted el piro, que ¡esto es un club privado y aquí no aguantamos broncas de nadie». «¿En IDIOMAS Escar.3.enilodcha.Tel.232022 serio me lo dice, lo del club privado?» «Pues, naturalmente». «Usted perdone, amigo. No es eso lo que nos habían dicho. Le presento mis disculpas.» Y se fueron, con el rabo entre las piernas. Y, así todo. El canal cuarenta y uno — cadena SIN — hace buena a Televisión Española. Lo juro. Cuando hay suerte (fines de semana) ponen películas de Fernando Sancho y dan anuncios de los mormones. Tampoco allí pudo verse nada de la Semana de España. Para ser el canal hispano, no está mal. Es mentira que en la conferencia de Fatás hubiera sólo treinta personas. Eso fue en la de Mainer. En la de Fatás no llegaban a veinte. Y una se fue al empezar, porque le dijeron que el cóctel que suele servir el «Institute» ese día no lo habría: la Casa de España no conocía la costumbre local. Un detalle del Instituto Español de Emigración: a Máximo, el contrabajista de «Alto Aragón», le rompieron en el autobús el instrumento, que había sido de sus ancestros y en el que tocaba desde hacía veinte años. Al día siguiente, Emigración le había conseguido otro, nuevo, de treinta mil duros, e igualmente checoslovaco. Máximo lloró y dijo que no lo había hecho desde la muerte de su madre. Acto seguido, echó un trago gigante a la salud de la directora general, que tenía una lagri- mita en el ojito. Jorge Fresno tocaba la vihuela. Piezas de Mudarra, que son la dificultad mismas. Y la puerta del restorán de la Casa de España, en un incesante «ñigui, ñaga». Fresno lanzaba miradas fulminantes sobre sus bigotes pastueños. «Ñigui, ñaga». Y el argentino: «Esta pieza contrapuntística exige una gran concentración». «Ñigui, ñaga.» A mitad de concierto, la que hace «ñigui, ñaga» es la directora general. Una funcionaria de la DGA decidió hacer de portera, por si alguno de los asistentes extranjeros creía que en España los conciertos de cuerda barroca eran todos así... El del Hotel: «Pero, hueno, si son uhtedeh cuarenta máh de lo anunsiado...» Algunos (edilmente), se dan el piro. Otros se acumulan, por decenas, en los cuartitos. Otros más, sorprendidos, bajan por las estrechas y empinadas, gritanto: «¡Macho, las cucarachas son de las royas, como en Zaragoza, pero más gordas!». Novecientos curas en San Patricio enterrando a Cooke, populista y anticomunista, al estilo del papa Woytila. 18 obispos y siete cardenales. Un funeral de más de cuatro horas. En la puerta de la catedral, sobre la Quinta Avenida, las banderas de EE.UU. y de Italia. Porque era la «Semana Hispánica», se supone. Piniés se entera, de churro, de que anda medio Aragón por allí. Y organiza una recepción, pero a la misma hora que la proyección de «Viridiana». Los tontos que han ido a «Viridiana», como refuerzo moral. «¡Coño, podían haber dicho algo de la recepción en la ONU». Un espía: «Es que ha dicho la mujer de Zutano que era sólo para cargos». Cargante. En la sala, no llegan a tres las docenas de personas atentas a Buñuel. José Martí, padre de la patria cubana, tiene estatua en Central Park. Muy bonita, ella. Muriendo, vestido de prohombre con levita, montado a caballo. Aunque hizo la carrera en Zaragoza, aquí sólo tiene calle. filmoteca de Zaragoza 19 fiu C 3 £ o « c 2 & Local: Cine Arlequín (c/. Fuenclara, 2). Telf. 23 98 85 Días 2 al 5 de noviembre: Ciclo cine árabe (Semana Internacional de Cine de Valladolid 1983) Días 9 al 12 de noviembre: Ciclo cine alemán (Herzog, Scholondorff, Von Trotta) Horario de sesiones: 21 y 23 horas. ANDALAN 13