flRlODlCO QUINCENAL ARAGONES pfcwtw: aOY FERNANDEZ CLEMENTE Dr. Amar Molina, 15 • 4.* F. ZARAGOZA Editan: Eloy Fernández Ciemente y Garios Royo Vlllanova Dapóslto legal. 558. Z. 1972 T. E. «El Noticiero». Coso, 71 n.: 18 1 de junio de 1973 Precio: 2 duros AL ALCANCE DE TODOS Pues si, el campeonato de liga ha terminado. Y no vayan a creer ustedes que la cosa carece de importancia. Por el contrario, el tema bien merece un editorial. A no ser que toda la prensa del país esté equivocada, estamos ante el asunto más trascendental del mes y la noticia más importante de ta vida nacional. Ya todo se ha consumado. Es lamen» table, pero los periódicos tendrán que reducir su tirada de los martes, y los cronistas deportivos habrán de exprimir su ingenio para tratar de interesar a sus lectores en historias y comentarios de otros deportes. Sin embargo està. crisis de la información es necesaria, y ha de surgir inevitablemente cada año para que sea posible recomenzar cada septiembre un período fructífero, productivo y rentable. Como en los seriales radiofónicos el público exige, no sólo ese suspense que le hace esperar cada nueva emisión (en este caso, cada domingo) un desenlace provisional, sino la seguridad de que, al término de su dilatada espectación, habrá un desenlace definitivo. Desde el comienzo mismo del torneo, el espectador futbolístico y el lector especialiaado del suplemento deportivo de los martes espera ya ese final que proclama campeones, escalona, ciudades y condena a los peores a la degradación y el destierro de la ^división de honor" Tampoco importan las raramente espectaculares confrontaciones dominicales. Sólo se valora el aspecto tristemente aritmético de la suma de puntos, y las alternativas de la clasificación con vistas a la que será definitiva, cuando se llegue al anhelado capítulo final. Llegado este glorioso o terrible momento, según los easps, toda la afición proyecta sus ansias hacia ese aún lejano septiembre en que todo volverá a renacer. El amplio compás de espera, aunque triste, es necesario. Si el domingo próximo empezara de nuevo la liga, decaería la espectación. Esta es la causa del pe - nodico sacrificio colectivo. Para paliar el violento desequilibrio que podría producir ^ el ciudadano la suspensión reentina del alimento futbolístico, se le somete a un período de acliPotación y desintoxicación gra«ual, o —utilizando un término deporte subacuático— de «escompresión. Esta es la deU- atla cisión que cumple el tor~ llamado "Copa de Su Exce«Ucia el Generalísimo", torneo jue por s¡ mismo tendría muy jscasa entidad. De no tratarse un pobre sucedáneo, habría eVÍSa1, su drástico sistema ^unnatorio. Resulta poco rentae iqUe cada dos domingos los mitad S en liza se reduzcan a la cada y' en consecuencia, que dos iqttÍ"Ce días se divida Por íecto» númer<> de espectadores, tewJí y comentadores con in«sfe n t0 en la contienda. Con m0¿eÍmÍenÍO exPeditivo. e« elimi^* ?e 1111 mes las dichosas "mmatorias. ^ robles LOS MADRILEÑOS was, dejan reducido el Esta torneo a un simple duelo entre un par de equipos que a la mayor parte de los nativos ni les van ni les vienen. Decididamente, el método es aniquilador y hasta descriminatorio, puesto que priva a gran parte de los ciudadanos, y de forma progresiva, de su derecho a especiar, vociferar, desahogarse y sentirse deportistas cada domingo. No hay nada como la "liga", que, al menos en lo que se refiere a este derecho, ofrece una. equitativa igualdad de oportunidades. to nacional de liga lia resultado particularmente emocionante. Desbordados ya hace tiempo los intereses puramente deportivos, ios equipos "representativos" de las distintas ciudades adquieren sus jugadores en el mercado. De ahí que las clasificaciones establezcan una ordenación de los contendientes en razón de su poder adquisitivo, incluso dentro de esa docena de ciudades que pueden permitirse figurar en la lista .de honor de la primera división, existen en el aspecto económico acentuadas di¬ ferencias. A. nadie debe pues extrañar què, desde el primer momento, se destacaran como únicos aspirantes al título los cuatro equipos de Madrid y Barcelona, ni que sean precisamente estas ciudades las que se puedan pagar el lujo de contar con dos equipos por barba en primera. La cuádruple igualdad de fuerzas en el terreno futbolístico ha sido evidente, a pesar de una cierta superioridad técnica (perdón pero es el nombre que se da a la habilidad que se tiene con los pies) de los equipos catalanes. El Español ha ofrecido el juego más alegre y artístico. El Barcelona, el más elegante y eficas (es decir el más aburrido. Ese fútbol que consiste en ganar por el resultado mínimo). El Atlético, el que se suele llamar más viril (por una vieja confusión, posiblemente de origen marcial). Y el Madrid, el más peleón y dinámico. Para darle más «moción al asunto, a lo largo de la competición los dos equipos de Barcelona han ido alternando hasta casi el final en el mando. Todo hacía suponer que por una ves el título liguero iba a recaer en la Ciudad Condal. Con la natural exclusión de los seguidores de los equipos cortesanos, nuestro país se complacía de antemano con la humillación de la capital y se regocijaba prematuramente con el previsible delito de "leso centralismo". En Barcelona la cuestión adquiría trascendencia política y se complicaba con la doble alternativa de triunfo del Español de Barcelona o el catalán de Barcelona. Pero el curso del destino, en un torneo llamado contradictoriamente de la regularidad, se modifica fácilmente con la intromisión de pequeñas irregularidades. Un punto añadido aquí, otro restado allá, un penalty que no 16 era y lo fue, o viceversa, un pequeño offside consentido, otro oportunamente sacado de la manga... y las aguas vuelven a su cauce. Como no conviene abusar» estos desafueros se reservan para casos extremos. El proteccionismo arbitral cuenta con medios más sutiles y menos escandalosos, pero que a la larga producen sus frutos. Basta con intimidar a los jugadores del equipo contrario y consentir a los protegidos. Una advertencia de vez en cuando, o una amonestación a punto, y los osados se tornan respetuosos. Recuerdo a la ocasión ^ el partido Zaragoza-Madrid, como particular ejemplo de adecuado comportamiento en una lid entre vasallos y señores. El arbitraje fue en aquella ocasión más elegante y más eficaz (recuérdense los resultados) que en el correspondiente al último partido de La Romareda, en que el colegiado de turno aplicó los métodos de urgencia. El caso es que una vez más, Barcelona perdió su oportunidad, y como era de suponer el título se quedó en Madrid. En esta ocasión en las vitrinas del Atlético. Cabría preguntarse que por qué no en las del Real Madrid. Pero ésa es otra historia. del SUMARIO: — Las Facultades de Letras (2).; — Diez pintores aragoneses se confiesan (2). — < Nuestra pobres ciudades. — Un relato de J. A. Labor* deta. — Ortega y su circunstancia. -— Otro curso en la Universidad.