«FHIODICO QUINCENAL rt ARAGONES ülfàtor: ELOY FERNANDEZ CLEMENTE Dr. Amar Molina, 15 - 4/ F. ZARAGOZA Editan: Eloy Fernández Clemente y Carlos Royo Villanova Depósito legal, 558. Z. 1972 T E -El Noticiero-. Coso, 71 m n.0 26 1 de octubre de 1973 precio: 3 duros ¿DE QUE ESCANDALOI TAMBIEN ME HABLAN? por Pablo NERUDA La Embajada chilena en Suecia nos envió, a través de nuestro corresponsal en Estocolmo, este articulo que el poeta y Premio Nobel Pablo Neruda, escribió a petición del "New York Times". Tengo mata memoria, por eso no puedo decir el día, ni el raes, ni el año, pero creo que hace más de cinco que pasó algo curioso en Montevideo, en la capital del Uruguay. Frente a la Embajada Soviética había una tranquila casa de algunos pisos y jardines. Pero con muy pocos habftàntes. Perecía desalquilada. No recuerdo qué accid¿Jte se produjo que tuvieron que abrirse las puertas de aquella sombría residencia. Lo que se descubrió causó cierta sensación. Toda la casa era una vasta central telefónica, manejada por muy pocas e invisibles personas que desaparecieron sin hallarse hasta ahora. Desde aquella casa todas las conversaciones telefónicas, las conversaciones privadas, las risas y hasta los ronquidos de tos rusos eran grabados, catalogados y enviados a ia Central de Inteligencia norteamericana en los Estados Unidos. La verdad es que tas famosas revelaciones del caso Watergate pueden asombrar a los norteamericanos, pera no a nosotros, los sudamericanos. Estamos acostumbrados desde hace muchos años, a que los servicios de espionaje, sus agentes, sus provocadores, su personal visible o invisible se nos metan hasta en ta sopa. En plena guerra y siendo yo Cónsul General de mi país en México y cuando las armas de ingleses, rusos y norteamericanos estaban dando la paliza final a los hitlerianos, pedí al gran poeta Mac Leish que diera ocupación a un escritor español de gran talento con mujer e hijos y sin trabajo. Este se llamaba Petere y vivía en México. Mac Leish estuvo de acuerdo. Le obtuvo un nombramiento para enseñar español. El joven escritor Petere acudió al Consulado norteamericano en Ciudad de México, con su nombramiento norteamericano, a recabar su vida, que creyó él de simple formalidad. Lo hicieron pasar un «third degree». Mientras sudaba el escritor español, los diferentes inquisidores, que se turnaban, le hacían preguntas como éstas: ¿Qué hacía usted en la Estación de Ferrocarriles el día 23 de abril, a tas 11 de la mañana? Respuesta: — Estaba despidiendo a un amigo. Inquisidor: — ¿Cómo se llamaba ese amigo? Respuesta: —Pablo Neruda. inquisidor: — ¿A dónde iba ese viajero? Rsspusta: —Creo que a Acapulco. .Jj^'Sjdor: —¿y qué significaban esos gestos que usted hacia con ta mano cuando el tren partía? p®fpuesta: -—Es ia manera española de despedirnos. l'W supuesto que no le dieron la visa, a pesar de los buenos deseos del señor Mac Leish, Director de la Biblioteca del Congreso. La CIA dijo no y fue no. Así es que se sabía que yo había viajado a Acapulco. Había cintas magnéticas o cintas visuales, cintas kilométricas que nos espiaban por todas partes, desde las estaciones de los Ferrocarriles hasta nuestra ropa interior. Esto pasaba cuando la batalla de Stalingrado desmoronaba para siempre el orgullo alemán. ¡Qué historia! Desde entonces acá, nosotros; americanos del Su*, hemos sido interceptados en Chite durante González Videla, Presidente y amigo oredilecto de la CIA. En Cuba, en Bahía Cochinos (con tristes consecuencias para la CIA). En Santo Domingo (con tristes consecuencias para Santo Domingo y para el prestigio de los Estados Unidos). Y la ÍTT en Chile: ¡gué belleza! No hablemos de Bolivià. ¿Para gué? Los norteamericanos, como numerosos marido, son los últimos en saber las cosas. Muy triste, pero mucho más ridículo que triste. ¿Cómo se arreglan los norteamericanos para saber todo lo que pasa en el mundo, menos lo que pasa en la Casa Blanca? Una vez me tocó sentarme, en una comida, en Nueva York, junto a una señora importante de la sociedad neoyorquina. Hablando de cosas que podían interesarnos, conversamos de Puerto Rico. Ño sabía de qué se trataba. No sabía que allí hablaban español. No sabía que era una colonia norteamericana. Tampoco, naturalmente, sabía que los puertorriqueños quieren y pueden ser una República independiente como las otras naciones de América Latina. Esta señora, de muy buena fe, puso el grito en el cielo y allí mismo dijo a los otros comensales, en voz alta, que recién había conocido un hecho bochornoso. «Hay que liberar a ese país de inmediato, dijo. Los Estados Unidos no pueden tener colonias». ¡Very Nice Lady! ¡Y ahora el escándalo de Watergate! i Cuántas cosas nuevas para tos siempre nuevos ojos y oídos de los norteamericanos! ¡Qué ingenuidad! ¿Necesitarán ustedes un escándalo cada día para conocer ta verdad sobre lo que son ustedes y lo que deben ser? No es que les desee 365 Watergates al año. Pero si se empeñan, los tendrán. Y tal cosa servirá mucho para entendernos. Servirá a ustedes, americanos del Norte, a nosotros, americanos del Sur. La limpieza es útil para el mundo entero. Isla Negra, 28 junio 1973. Neruda ka muerto Quién?, por caminos, quién, quién, quién?, en sombra, en sangre, quién? en destello, quién, quién? Cae ceniza, cae hierro y piedra y muerte y llanto y llamas, quién, quién, madre mía, quién, adónde? (Pablo Neruda) Posiblemente habrán sido estos versos los últimos que habrán resonado en la cabeza agonizante del gran poeta chileno. Posiblemente estos versos los recitarían miles de personas, si supiesen recitar versos, cuando la ceniza, el hierro, la piedra y la muerte se les derrumba sobre la cabeza en tantos lugares del mundo en los que cae ceniza, hierro, piedra, muerte, llanto y llama. Posiblemente. Pablo Neruda, Premio Nobel de Literatura de 1971. fue siempre un escritor comprometido con la realidad circundante, con los :acontecimientos cotidianos e históricos. No fue un poeta de la delicada flor o del confraculturalismo decadente o evanescente. Tomó la lírica como un arma en defensa de las actitudes de aquellos hombres que, en su entorno social, soportaban las más injustas calamidades. Durante años se le tuvo marginado por generaciones de gentes que creían ver un cambio en las condiciones históricas. Pero hoy, cuando su voz profètica ha cobrado realidad ante los acontecimientos de la historia, vuelve a resurgir de nuevo para aclarar muchos conceptos estéticos arraigado en las latitudes de habla hispana por la influencia absorbente del culto anglosajón. Hay que recuperar, decía el poeta chileno, a Góngora, a Quevedo. Hay que recuperar las tradiciones populares de todos nuestros pueblos de habla hispana. Hay que echar la raíz sobre la tierra donde uno anda y no, como otros escritores a la moda — -me refiero a Donoso — tener arrinconado a Machado, con un desprecio absoluto por todo lo que se refiere a nuestro entorno cultural, sobre el que crecemos y al que nos dirigimos. Es ahora, cuando Neruda ha muerto, el momento de empezar a entender tantos y tantos gritos de dolor y de aviso lanzados por el poeta chileno ante acontecimientos semejantes a los que le ha costado a su país la pérdida de ¡a democracia. Ahora es el momento de recapitular y comprender su estética. Ahora, cuando su muerte se ha producido a los pocos días de un acontecimiento capaz de producir la muerte a cualquier hombre, y más a un poeta enfermo, sus versos adquieren una realidad insospechada. Ante la muerte de un poeta todos nos quedamos un poco huérfanos. Nos quitan una voz que muchas veces habló por nosotros. Nos arrebatan a un hombre que fue de los primeros en enseñarnos a caminar por entre el enturbiado camino de la creación literaria. Pero, y como dice Otero, nos queda la palabra. Y es tan difícil arrebatarte a un muerto la palabra... Es la palabra de tantos llantos estremecidos, de tantas angustias, de tantas situaciones de dolor, que sólo podemos pedir: ¡Que su palabra crezca y sea oída! Que crezca y sea oída para que lo que él pensó llegue a cumplirse. Un gran escritor de las letras hispanas ha muerto. Hoy también nos sentimos doloridos. Entonces todos los hombres de la Tierra le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; incorporóse lentamente, abrazó al primer hombre; echóse a andar. (César Vallejo) nunca verás crecer desde la piedra una rama de [árbol o una pena nunca oirás del agua el más largo lamento pero desde un cuerpo caído es posible crecer surgir despierto y acompasar el ritmo de la pena al de la vida a veces tan violento. no digas que la mar nace a diario y sólo soledad mueve su centro es desde un cuerpo caído desde el que surge el viento que mueve las palmeras, los hombres y los gestos. no digas nada escucha mira la verde hilera de montañas cómo avanza cómo estremece el agua la piedra el muerto - y cómo desde su centro renace la palabra que nadie pudo convertir en un desierto. podrán hacer del ser caído polvo de mar o aire de una era pero sobre la mar el trigo el cielo crecerán los oídos para escuchar de nuevo el ritmo progresivo del hombre que cayó cuando caer era cumplir con lo que había prometido. guardemos el silencio llanto y grito andemos junto a él por su camino y aupémosle del barro pobre y frío José Antonio LABORDETA