aiukiláu EL MAESTRO, FACTOR DE CAMBIO Otro curso comienza y de nuevo ANDALAN quiere abrirlo con la publicación de un número extraordinario dedicado a los lemas educativos. Hace un año ya lo estrenó así y durante todo el curso nuestra atención a los problemas de la enseñanza ha sido constante, por eso ahora ANDALAN quiere profundizar en un tema dedicado sobre todo al maestro y su problemática. Es preciso aclarar, no obstante, que si se produce esta compartimentación en el tratamiento de los temas se debe no tanto a que consideremos que los problemas de maestros y licenciados sean distintos, sino a necesidades de espacio. En realidad para nosotros, como para cuantos siguen con atención no interesada la problemática de la enseñanza en nuestro país, la existencía de la compartimentación jerarquizada en el edificio educativo español es un anacronismo, producto de unas relaciones de producción que no se a instan a las necesidades educativas del país. ANDALAN quiere volver a pronunciarse con toda claridad, en la misma línea que lo han hecho los Colegios de Licenciados y Doctores más dinámicos, en la necesidad de avanzar hacia la creación de un Cuerpo Unico que agrupe a todos los educadores, sea cual sea su especialidad. El magisterio ha sido una de las profesiones que más vivamente han sufrido los avatares de nuestra historia reciente. Prácticamente la guerra civil dejó sin maestros a la casi totalidad de las zonas rurales. La nueva política educativa supuso de entrada unas rigurosísimas medidas de control respecto a los maestros. Los maestros, por estas razones y otras, han sido quienes han llevado la peor parte en todo el proceso de modernización de la enseñanza. A pesar de las aparentes medidas de protección adoptadas por la Ley General de Educación, para la Enseñanza General Básica, la realidad muestra que de todos los sectores de la educación, el magisterio, rural o urbano, estatal o privado, sigue teniendo los controles más duros y las restricciones más severas. Por eso es necesario que cambie todo para que nada siga como está. ¿Acaso se pretendía que los maestros sirvieran sólo para pro ducir dóciles subditos fieles, conformes y resignados con todo lo que les dieran? Fueron tan tristes los libros de texto que se pudieron utilizar. Ahí está esa Encielo pedia de Alvarez del año 1942, o esas cartillas, analizadas por E. Gastón en ANDALAN, n." 24. Ahí está el ceremonial que acompañaba al hecho educativo de la primera infancia y el respeto indiscutido a la autoridad. Con el pretexto de «formar» hombres, porque el árbol de joven puede enderezarse (el inventor de la frase y todos los que la han aplicado no podían mostrar mejor que para ellos los hombres son plantas), la manipulación ha sido total. ¿Son estos los maestros que España necesita? Evidentemente^ no. Y no hay que inventar un nuevo maestro cambiando planes o modificando leyes. Además de eso hay que darte a los maestros la libertad de movimientos necesaria para acometer la enorme y socialmente necesaria tarea de la educación. Y no hay que inventarlos porque están aquí: en los pueblos y aldeas, en los barrios o en los colegios. Los maestros deben liberarse de la carga represiva que les han echado encima para que la educación que impartan no sea represiva. Los maestros deben cambiar para poder hacer cambiar. Los maestros pueden y deben contribuir a cambiar el paisaje de España. En la ciudad y en los pueblos el papel del maestro puede adquirir un rango social importante, si en vez de vivir de espaldas a la realidad se Incorporan decididamente ai proceso de cambio de la sociedad española. Los maestros deben ser auténticos activistas culturales en pueblos y barrios. Porque el maestro no sólo vive en un mundo de niños, también tiene una misión que cumplir en el de los adultos, aunque ésta no esté remunerada económicamente. Deben enseñar, precisamente nseñar a los adultos que todo puede cambiar, a favorecer la unión de sus conciudadanos y a enseñarles a defender sus derechos mostrando cómo defienden los suyos propios. En su propia profesión deben eliminar las estériles rivalidades con otros compañeros que también se ganan la vida enseñando. Y, por último, respecto a los niños, su máxima aportación so cial será el poner la primera piedra para crear ciudadanos, ciudadanos españoles a la par que europeos. Ayudas a formar de verdad personas equilibradas y capaces de aportar al enriquecimiento de la vida política, cultural, económica, o productiva de feipaña será, sin duda, una bella tarea que habrá que acometer rñéé tarde o más temprano.