10 IHMlllláu MANICOMIO DE CASPE QulbN visi v.e i a s hos^ eS e\ sencia ae ^-ístencia Ps.*;n de loS d ,.nicipio — el , anticuado 1 ctonlrJe Sp* O' ^Ua> -a izarnos \l ai saber ^¿ aencia ^ Que estc M^ nevado ^,,^ ¡ni por Es muy probable que para la vida cotidiana de la ciudad bajoaragonesa apenas representen nada el hospital y sus ochenta asilados; sin embargo este sanatorio aislado tísicamente de Caspe, alejado asistencialmente de la psiquiatría española, podría parecer un caso de descentralización asistencial y una posibilidad de desarrollo social para esta ciudad. En realidad sólo es un ejemplo de la segregación a que unas relaciones de poder someten a, ciertos grupos sociales: unos locos recluidos, un centro conflictivo situado en una zona rural, pero sin contacto con la comunidad. LA ASISTENCIA PSIQUIATRICA EN ARAGON No parezca exagerado el papel representativo buscado para el centro «Santo Domingo»; la asistencia psiquiátrica es uno de los lugares en que con mayor énfasis se evidencian las contradicciones de una colectividad. A una sociedad como la española corresponde una asistencia a la que el doctor González Duró (1) ha calificado de «escandalosa». El enfermo mental es considerado como un ser posiblemente peligroso para los demás y por ello la ley concede a las Diputaciones Provinciales el deber de internar a los locos de su provincia; no importan la enfermedad ni la asistencia; sólo el posible peligro y encerrarlos. En nuestra región el estado de la asistencia psiquiátrica refleja la situación de todo 'A Estado, aunque con algunas diferencias internas, ocasionadas precisamente por las especificidades de la propia política hospitalaria española. A pesar de que en este tipo de asistencia los números (de centros, de camas, proporciones diversas...) son la media visión del problema, podemos examinar la carencia psiquiátrica regional en base a algunas cifras que recogemos en el cuadro adjunto.. camas, sino distribuirlas según las necesidades existentes; no sólo están relacionadas con el número de habitantes, también con las diferentes carencias que ahora se plantean a los habitantes de comarcas que han de abandonar su entorno para recibir asistencia — si consiguen plaza, claro está — . El cuadro anterior ya demuestra un extraño mal: la absoluta falta de coordinación de la asistencia prestada: Teruel ocupa una cómoda posición, con una proporción incluso exagerada^ de camas psiquiátricas, localizadas en dos centros situados en la capital. En este terreno, cada Diputación es un reyezuelo; puede disponer de la asistencia psiquiátrica que quiera sin ningún tipo de organización común, ni tan siquiera de coordinación con otros órganos nacionales que operan en la provincia. Precisemos ahora algo más el problema de la asistencia psiquiátrica en nuestra región deteniéndonos en el caso del Psiquiátrico de Caspe. ¿PARA QUE SIRVE UN MANICOMIO? Si antes de hablar del centro caspolino nos hemos detenido en algunos aspectos generales de la asistencia psiquiátrica es porque resulta difícil entender el caso del «Santo Domingo» fuera de esa situación global y porque, al mismo tiempo, el psiquiátrico baj ©aragonés es un magnífico tipo de lo que es la psiquiatría española. La descripción que podemos proporcionar de este hospital procede de un estudio realizado en 1973 (4), a partir de. una entrevista mantenida con el dirèctor del Centro, una conversación con una religiosa administradora y un cuestionario pasado a ambos. Creemos que en lo fundamental la situación sigue siendo la misma; ha sido difícil concertar de nuevo una entrevista con el doctor González Frabregat para que revisase los datos que aquí se CO¬ CAMAS PSIQUIATRICAS QUE EXISTEN Y QUE SERIAN NECESARIAS EN ARAGON (2) 1970 1980 (3) camas existentes camas necesarias camas necesarias Huesca .. Teruel ... Zaragoza Aragón .. 265 861 897 2.023 800 625 2.725 4.150 750 475 3.050 4.275 FALTA DE COORDINACION Para el nivel de desarrollo de la actual asistencia psiquiátrica en la régión serían necesarias el doble de las camas que ahora existen; la situación se agrava si tenemos en cuenta el mal reparto de estas camas: de las 2.000 camas existentes algo más de la mitad se localizan en sólo tres hospitales, con lo que queda sin la mínima cobertura — ni tan siquiera ambulatoria— la mayor parte de la población aragonesa. No sólo habría que duplicar el número de mentan, aunque no existe ningún indicio que nos haga temer que la asistencia prestada haya variado. El Hospital Psiquiátrico de Santo Domingo es dependiente del municipio de la localidad, con quien mantiene , un concierto la Diputación zaragozana; ésta no tiene otro centro propio que el psiquiátrico de Calatayud, sólo con capacidad para 160 mujeres. Ante la escasez de plazas i ropias esta Diputación se ve obligada a utilizar los centros de provincias limítrofes; para cumplir su fun- Hl 5 El viejo convento de Santo Domingo, habilitado para sanatorio psiquiátrico, antes de la reforma que, por otra. parte, no ha cambiado demasiado las cosas ción asilar utiliza el viejísimo caserón de Caspe que todavía conserva su estructura conventual, escasamente remozada hace diez años. Es posible imaginar cómo puede cumplir una función terapéutica un edificio construido hace dos siglos: su vejez física no puede posibilitar otra asistencia que el puro asilo. No es una situación estrafalaria el localizar los actuales manicomios en antiguos conventos; no sólo porque proporcionan unos edificios de costosa construcción, sino porque todavía existe una concepción benéfica de la asistencia a los enfermos mentales; éstos no son hombres a sanar, sino casos perdidos, peligrosos a la comunidad cuyo cuidado es una obra de caridad y un apostolado. El psiquiátrico de Santo Domingo está regido de hecho por ocho religiosas con clara concepción benéfica de su función. UN SIMPLE ASILO La falta de rigor que expresa esta elección de hospitales psiquiátricos se evidencia igualmente en la desorganización de la asistencia psiquiátrica provincial, a la que no es ajena el centro de Caspe: éste no mantiene ninguna relación con el resto de la asistencia provincial, ninguna conexión existe entre el hospital y la comunidad en que vive el enfermo, ningún tipo de asistencia presta el hospital a quien sale de él y necesita un tipo específico de cuidados antes de engarzarse plenamente en la realidad. No se practica, pues, la laborterapia, el trabajo como forma de incorporarse a la vida normal, sino que el hospital sólo cumple su función de asilo en el que los enfermos se encuentran segregados del resto de los hombres, de su entorno habitual, de sus posibilidades de curación. Esto origina que las estancias se prolonguen — no está concebido como un centro donde tratar de forma urgente a casos agudos, sino como un auténtico almacén de enfermos crónicos — y se haga realidad el tópico hecho de la huida, del cautivo en busca del aire libre. Consecuentemente, el personal especializado es escaso: el director reside y pasa consulta parti. cular en Zaragoza, desde donde realiza visitas al hospital; ningún otro médico reside de forma permanente en el centro; los facultativos de Caspe periódicamente suben al manicomio a examinar a los pacientes de enfermedades somáticas. No hay tampoco ningún A.T.S. ni ningún asistente social, figura que cada vez cobra más importancia en una psiquiatría preocupada por las condiciones sociales de la enfermedad mental y la reinserción del enfermo en su horizonte cotidiano. Junto a las ocho religiosas, un administrativo y cuatro auxiliares no especializados componían la plantilla del psiquiátrico de Caspe en 1973. La baja tasa de facultativos, la escasa preparación del personal auxiliar, la baja dedicación de los médicos es un indicador de la escasa dotación económica con que está organizada la asistencia psiquiátrica provincial que ha de utilizar centros que no pueden ofrecer al enfermo otros servicios asistenciales que la cama. Los servicios con que cuenta el de Caspe son, sencillamente: 7 retretes, 3 duchas, instalación de agua caliente, televisor y una capilla; ni calefacción o electroencefalógrafo, ni jardín o servicio de asistencia social, ni baños o biblioteca. La dimensión del centro es otro dato elocuente de la nula planificación; los hospitales psiquiátricos españoles son o desmesuradamente grandes — ninguna Diputación tiene rubor en construir centros de 1.500 camas — o tan pequeños que una asistencia adecuada y rentable es imposible: es el caso del de Caspe, con 80 camas distribuidas en cinco salas. Aunque a veces es tan grande la carencia hospitalaria que se hospitalizan más enfermos de los que caben y sobreviene el hacinamiento y la estancia en condiciones deplorables — es el propio caso de este centro — . CONCLUSION Creemos que no hacen falta más datos. Un hospital psiquiátrico situado en una zona rural debería cumplir varias funciones: estar al servicio de la comarca, en estrecha unión con los problemas colectivos que condicionan los desajustes individuales; cubrir la zona con un eficaz servicio ambu¬ latorio y asistencia extrahospitalaria para aquellos que ya han abandonado el hospital; servir de centro de internamiento para los casos urgentes que precisan asistencia continuada; sobre todo, desarrollar una específica labor cultural en el pueblo: cambiar las actitudes de la colectividad hacia el enfermo mental y servir de germen de desarrollo de una inquietud hacia las especialidades profesionales relacionadas directa o indirectamente con la asistencia psiquiátrica. Que nada de esto se cumpla en Caspe no es culpa del hospital Santo Domingo, claro está, sino de la concepción que domina en nuestra sociedad hacia la enfermedad psiquiátrica, de las consecuentes disposiciones legales hacia su asistencia y del absoluto desbarajuste organizativo que domina esta especialidad costosa, conflictiva, necesaria, que ni tan siquiera está recogida en los servicios de internamiento prestados por la Seguridad Social. (1) E. GONZALEZ DURO: Informe sobre la Asistencia Psiquiátrica en España. Suplementos de «Cuadernos para el Diálogo», n.o 55. (2) Este cuadro es una estimación propia a partir de una encuesta a los Hospitales Psiquiátricos de la Región y una aplicación de la tasa de camas psiquiátricas recomendada por la Organización Mundial de la Salud. JUAN J. VAZQUEZ: Incidencia social de la Enfermedad Psíquica en el Valle del Ebro. Estudio sin publicar realizado para el C.E.S.I.E., 1974. (3) Estimaciones basadas en datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística. (4) «Asistencia Social existente en el Valle del Ebro» en el citado «Incidencia Social. .7 m. Es un informe de: JUAN J ■ VAZQUEZ U 61 C . G U M A , 3 TELEFONO dOO C A S P E