Periódico semanal aragonés - N.0 203 - 2 al 8 de febrero de 1979 - 30 pts. Zaragoza El Ayuntamiento desprecia cientos de millones (Contraportada) Entrevista con A. Gari Briijcrííi^ •wr • • • r xiiquisioioh • • • y política (Pág. 14) Semana de la Emigración Por qué se volcó Cataluña (Págs, 6 y 7) Atentado a la Policía Municipal ¿A quién beneficia? (Pág. 9) Primeras transferencias Oportunismo electoral (Pág. 5) Huelgas: así da gusto Casi 50.000 obreros llenaron las calles de Zaragoza el pasado viernes pidiendo mejores salarios, que no aumente el paro y que se reconozcan los derechos sindicales en las fábricas y los tajos. Muy pocos pensaban que el éxito de la convocatoria iba a ser tan grande. Pero es que cuando el personal ve las cosas claras no hay desencanto que valga. Clara es la necesidad de que los salarios suban, por lo menos, tanto como los precios; claro que el número de los sin trabajo no debe seguir aumentando; y claro que los sindicatos existen para algo más que para proporcionar juguetes baratos a los hijos de sus afiliados. Hace muchos años que Aragón no conocía un movimiento huelguístico de tales dimensiones. Pero los que esperaban que esto fuera el caos, la primera la patronal, han quedado defraudados. Las huelgas han sido, están siendo, duras, pero pacíficas; organizadas y controladas por unos sindicatos responsables que saben cómo va la economía y no han pedido la luna. Cada cual desde su sitio y conociendo la fuerza del adversario se ha podido negociar y así, por ejemplo, el Metal ha firmado su primer convenio después de cuatro años sin acuerdo. Es grato comprobar cómo miles de trabajadores aragoneses hacen uso, incluso festivo, del derecho a defender con la huelga sus reivindicaciones, a unirse en sindicatos de clase, a manifestarse públicamente. Atrás quedan largos años en que estos mismos trabajadores fueron punta de lanza contra la dictadura, que negó hasta el final tan elementales derechos. Muchos de los manifestantes del día 26 gritaron contra el Gobierno de UCD y su programa económico, hecho a la medida de los grandes empresarios. Lo hacían porque sabían que la economía y la política van ligadas; que no es lo mismo que ocupe el poder un partido de derechas, que representa al capital, que uno de izquierdas que defienda los intereses de los trabajadores. Ahora lo que hace falta es que éstos sean consecuentes a la hora de votar el próximo uno de marzo.