Cultura Durante los primeros días del mes de febrero salía de prensas la Arquitectura gótica en Aragón, de Cristóbal Guitart; tres meses más tarde, en los últimos días del mes de abril aparecía la Pintura gótica aragonesa, de Fabián Mañas. No estamos acostumbrados a tanta dicha. Dos colecciones y sus respectivas editoriales se han repartido este honor bibliográfico: la colección «Aragón», de la Librería General, y la «Colección básica aragonesa», de editorial Guara (1). La trascendencia de ambas publicaciones no podía pasar inadvertida para ANDALAN aunque la crítica de las mismas haya debido esperar hasta este momento; soy el único responsable del considerable retraso informativo. Fl trabajo universitario, que durante aquellas fechas se iba sobrecargando con el quehacer oolítico, me ha mantenido aoartado de la valoración oportuna de estos libros. Espero con estas notas quedar disculpado ante lectores, autores ; editores, y sobre todo ante el arte gótico aragonés, que ha adquirido de la mano de estas dos publicaciones su mayoría de edad. La arquitectura gótica de Guitart No existia hasta hoy una síntesis o panorama general sobre la arquitectura gótica en Aragón. Vaya, pues, por delante que el libro de Cristóbal Guitart es pionero en este campo, como ya lo fuera en su momento otro libro del autor, el de los «Castillos de Aragón» (dos volúmenes). Hay que reconocer que la empresa de preparar una visión de conjunto tan amplia como la de la arquitectura gótica aragonesa estaba inicialmente erizada de dificulta4eS, a pesar de los trabajos catalogadores de Ricardo del Arco para la provincia de Huesca, de Francisco Abad para la de Zaragoza y de Santiago Sebastián para la de Teruel. Sin embargo, el autor ha salido airoso de la prueba, consolidándose como un hombre de síntesis y panoramas generales, a quien no arredran ni el vasto territorio aragonés ni la variedad de sus manifestaciones artísticas. Inquieto y nervioso, de vocación universal, va el autor prolijamente encajando la abundante nómina de edificios góticos aragoneses dentro de la sistemática de su obra, que se distribuye en amplios capítulos bajo los epígrafes de lo cisterciense, gótico primitivo, gótico pleno, gótico tardío, además de^ la arquitectura militar y civil. Pero no se vaya a deducir de lo dicho que Cristóbal Guitart aborda los panoramas generales sin ningún equipaje personal; a su reconocida autoridad en temas de arquitectura militar (todavía recuerdo su aportación al Primer Coloquio de Arte Aragonés en Teruel, marzo de 1978) hay que añadir sus estudios sobre la ex-colegiata de Santa María de Borja (1970), sobre la colegiata y casólo de Caspe (1974) o sobre el grupo de iglesias protogóticas en^ la Tierra Nueva de Aragón (anejo trabajo no publicado hasta 1978). Sin embargo, y aun con ser importante y sustancial la aportación personal del autor, en una obra de canter general ha debfdo manejar escrupulosametite abundante información de segunda mano, presentando un estado de la cuestión que presupone un acarreo bibliográfico tan ingene como la nómina monumenlal- Para todo ello ha contado con la eficaz orientación y sugerenaas de mi colega María Carmen Lacarra, eminente «Peaahsta en el tema, de ^'cn tanto cabe esperar y a Dos aportaciones fundamentales El arte gótico en Aragón por Gonzalo M. Borràs Cuatis quien está dedicado el libro en reconocimiento. Para mí el mayor mérito del libro de Guitart es el ya subrayado de haber venido a cubrir con arrojo el vacío bibliográfico existente. La intuida importancia de la arquitectura gótica aragonesa queda evidenciada ahora en una obra de conjunto gracias a la cual Aragón puede situarse en su lugar correspondiente dentro del contexto del gótico levantino, junto a sus vecinas Cataluña, Valencia y Baleares. Por desgracia para todos, la obra no ha podido ser una síntesis de estudios en gran parte realizados, sino un valiente anticipo o punto de partida para estudios y trabajos en buena medida por realizar. Pero esta circunstancia es moneda más que corriente en nuestros trabajos de divulgación científica. Interesa ponderar el aparato gráfico de la obra, no sólo por las fotografías, sino especialmente por los planos, en su mayoría originales del autor y preparados para esta edición; asimismo la cuidada y selecta orientación bibliográfica y el imprescindible índice de lugares que facilita el manejo de la obra. De notable interés es el apéndice con rutas para el viajero, constante preocupación divulgadora de Guitart. Señalar defectos a una obra de tan urgente necesidad resultaría tarea farragosa y poco provechosa aquí. Evidentemente, en un panorama tan amplio, existen discrepancias de interpretación, valoración y datación, sobre todo cuando en muchos casos faltan aún monografías sólidas. Sólo quiero apuntar lo que he echado en falta, disculpable al autor cuando es tanto lo que ofrece. En primer lugar, el estudio de las marcas de cantero, objeto de los desvelos investigadores de José Antonio Ferrer Benimeli, tema sobre el que existen trabajos para resumir en un amplio capítulo. En segundo lugar, la escultura decorativa, inseparable del estudio monumental; existen recientes tesis de licenciatura, como la de Manuel Siurana Roglán sobre la comarca de Valderrobres. Ambos temas deberán tenerse en cuenta en futuras síntesis, por ser imprescindibles para establecer filiaciones o grupos artísticos. En cualquier caso, el arte aragonés seguirá necesitado de hombres con los conocimientos de conjunto, capacidad de síntesis y arrojo intelectual de Cristóbal Guitart. La pintura gótica de Mañas El caso de la pintura gótica aragonesa, y en especial de la pintura sobre tabla, de lo que ha venido en llamarse los «pri- Fachado de la Catedral de Huesca (siglos XIll-XVIl mitivos aragoneses», es bien diferente del panorama descrito para la arquitectura. Diferente porque existen importantes estudios; unos de aportación documental, con abundantes noticias sobre pintores y contratos de obras, destacando las aportaciones de Serrano Sanz, del Arco, Balaguer, Cabezudo y el propio Mañas. Pero, ante todo, diferente porque Aragón no quedó fuera (como sucediera en arquitectura con la obra de Lavedan) de la gran historia de la pintura española, comenzada a publicar por el erudito norteamericano Post a partir de 1930. Es decir, en el caso de la pintura gótica aragonesa el gran punto de partida es la obra de Post. Pero, por esta razón, la responsabilidad científica al abordar una obra de síntesis sobre el tema es mucho mayor, porque exige rectificar las sistematizaciones y atribuciones de Post. Y esto es cabalmente lo conseguido por Fabián Mañas, cuya dedicación al estudio de este tema data ya de una veintena de años. Desde que el autor realizara su tesis de licenciatura sobre el retablo mayor de la iglesia de Santas Justa y Rufina de Maluenda. advirtió cuánta fragilidad existia en las sistematizaciones y atribuciones de Posl y. en general, en el método de estudio llamado «morelliano», que consiste en agrupar todas las obras conservadas en torno a personalidades artísticas anónimas, denominadas «maestro de...», basándose fundamentalmente en los rasgos íisionómicos de las figuras. Este método, aun perfeccionado, seguia siendo utilizado por eminentes investigadores de la pintura gótica aragonesa, entre los que hay que citar a José Gudiol, Camón Aznar y María del Carmen Lacarra. La obra de Mañas significa, en primer lugar, una renovación profunda en el método de trabajo. Eligió para tema de su tesis doctoral el estudio de la pintura gótica en la comarca de Calatayud, es decir, una parcela reducida pero importante dentro del vasto panorama de la pintura gótica aragonesa. La investigación documental en el Archivo de Protocolos Notariales de Calatayud le ha permitido reconstruir toda una escuela de pintores, casi desconocidos o absolutamente inéditos, con sus respectivos talleres. A partir de los documentos, de datos absolutamente fiables, ha podido reconstituir todo el sistema de trabajo de los pintores, tanto desde un punto de vista técnico (cómo se hace un retablo) como desde el punto de vista humano (colaboraciones, contratos de compañía, obras de taller. etc.). El propio autor ha ampliado el objeto de su estudio a la escuela de Daroca; pero su tesis doctoral ha sido un modelo de investifación y ha establecido un sólido sistema de trabajo, que en el futuro será necesario aplicar a otras comarcas aragonesas con talleres de pintura activos en la ¿poca gótica. Y ahora conviene advertir a los lectores de un rasgo de generosidad intelectual del autor, poco frecuente por cierto. Sin haber conseguido publicar sus estudios monográficos, not regala con esta obra de síntesis, en la que con sus conocimientos se plantea de nuevo todo el panorama de nuestra pintura gótica, verdadera «edad de oro» de la creación pictórica aragonesa. No es. pues, únicamente una obra de conjunto, siempre de agradecer por el lector medio, sino una auténtica aportación incluso para estudiosos y especialistas I o mas solulo \ renovador se encontrará en torno a las comarcas de Calatayud y de Daroca, pero todo el conjunto se ve afectado por los nuevos planteamientos. Para concluir quiero destacar, ademas de la cuidada orientación bibliográfica y de las ilustraciones (muy meritorias para una obra de bolsillo), el hecho de que por ve/ primera en una obra de divulgación se incluya un apéndice documental con diversos tipos de contratos, que permiten al lector verificar el proceso y valide/ del método utili/ado por el autor. Sin duda, la obra de Mañas significa una aportación fundamental al conocimiento del arte aragonés. (I) Cristóbal Guitart Aparicio «Arquitectura gótica en Aragón». N.0 30 de la Col. «Aragón». Zaragoza, Librería General, 1979. 206 págs. Fabián Mañas Ballestín: «Pintura gótica aragonesa». N.a 10-11 de la «Colección básica aragonesa». Zaragoza, Guara editorial, 1979. 233 págs. COLEGIO SAN GABRIEL PP. PASIONI»TA« Curso de Recuperación - Mes de Agosto • Educación General Básica • B.U.P. • C.O.U. REGIMEN DE INTERNADO • PLAZAS CURSO 1979-80 TELEFONO 680044 • ZUERA ANDALAN