Periódico semanal aragonés - N.0 235 - 14 al 20 de septiembre de 1979 - 40 pts. Destape nacionalista Nunca acabará de asombrarnos la derecha de esta tierra aragonesa, esa derecha que esperó a salir del túnel del franquismo para llenarse la boca con la palabra democracia, y de la que hoy apenas sí se puede decir que esté organizada politicamente. Esa derecha engulle y digiere lo que le echen sin inmutarse, estólidamente. Mientras se contentaron con ser demócratas, esto es, en el período anterior a la elaboración de la Constitución, contemplaron recelosamente el creciente sentimiento regionalista y autonomista aragonés. Tanto que alguna persona, alguna Diputación y alguna Caja de Ahorros se inventaron una extraña bandera de verticales barras y cristianas cruces. El mismísimo Hipólito Gómez de las Roces, que nos ofrecía como alternativa al renacido autonomismo aragonés la mancomunidad de diputaciones y votó en el Congreso contra la introducción del término nacionalidad en la Constitución, nos descubre ahora su vocación nacionalista. Pero esto es una canción que ya nos suena a oída, pues conforme iba saliendo adelante la Constitución, y con ella la posibilidad de una nueva organización del Estado, presionada por la situación vasca y por el pactismo catalán fundamentalmente, la derecha se incorporó a los pronunciamientos autonomistas con fervor y verbalismo. Y hasta hoy, que con la Constitución ya en marcha, esa misma derecha se saca bajo el sombrero de la irresponsabilidad la reivindicación de nacionalidad y de nación para el territorio aragonés. No es frecuente tamaña capacidad de travestismo en tan escaso tiempo: apenas dos años. El asombro se transforma en puro pasmo ante el cúmulo de irresponsabilidades que el fin del verano nos está proporcionando. Ahora la derecha ya es nacionalista. Nadie se molesta en explicar el contenido de la palabra nación o del término nacionalidad, ni en analizar la realidad que puede sustentar las características nacionales. Con un par de pronunciamientos individuales enteramente irreflexivos, personalistas y oportunistas, dirigidos demagógicamente a una población a la que se le dice que no debe ser menos que los demás, punto y final: Aragón es nación, ¿y por qué no?. Estado libre y soberano, el cincuetaytantos de los EE.UU. y lo que sea menester. Este otoño empezamos a ser nación. Gracias a un abogado del Estado (central). Presidente de Diputación franquista, y a un ex-directivo de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza que se dice Presidente de Aragón. El asombro y el pasmo ya se convierten en pena. Pero dejando al margen cualquier reflexión acerca del pobre sentido del oportunismo político que se gasta en esta tierra, llama también la atención el escaso bagaje de conocimientos constitucionales que el señor Gómez de las Roces, jurista y coautor de la Constitución, posee. ¿Cómo puede decir sin el más mínimo sonrojo que las competencias a alcanzar en m» estatuto con una u otra denominación — nacionaliuad o región- son distintas? ¿Cómo un líder político puede cometer semejante error cuando es bien sabido Jjue en el mero plano jurídico no existe más que una mferencia semántica que no trasciende al fondo de la cuestión? Entendámonos bien y digámoslo claramente uesde estas páginas: el número de competencias, los poderes de nuestros órganos autonómicos pueden ser exactamente los mismos, tanto si nos llamamos nac,on conio si preferimos denominarnos simplemente como comunidad autónoma aragonesa. Seamos sinceros, la autonomía no es cuestión de palabras ni de voluntad, el poder se gana con la congelación y el trabajo; la libertad en la lucha dia•a. De todas estas cualidades sabe muy poco la deceba aragonesa. Facultad de Medicina de Zaragoza n n n n i Los médicos que estudiaron en la Facultad de Medicina de Zaragoza fueron los que menos respuestas acertaron en un examen para cubrir las vacantes de médicos internos residentes de los hospitales de la Seguridad Social. Los datos, hechos públicos por la revista «Cambio 16», han levantado ampollas entre la clase médica aragonesa, y no digamos ya entre los enfermos y personas que algún día pueden pasar por sus manos. Sin embargo, no puede afirmarse que la Facultad zaragozana sea la peor del país. El problema, en mayor o menor grado, se da en todas las demás. De cualquier forma, estudiantes, médicos y hasta los propios profesores de la Facultad coinciden en que el nivel de aprendizaje es bajo. Sobre sus causas y el estado actual de la cuestión trata el informe que ha elaborado Lola Campos (En páginas centrales). Agustín Sánchez Vidal Uno y todos los Miguel Hernández Entrevista en página 14 Real Zaragoza C.D. Asamblea tormentosa Información en contraportada