Aragón Quiebra de la Conservera Altamira Los agricultores, burlados 4— i %*í El fácil recurso a la suspensión de pagos cuando fallan las tradicionales bicocas sobre las que se había montado buena parte de la industria del país, está llegando también al campo. A primeros de junio la empresa conservera «Altamira», situada en Fustiñana, declaraba suspensión de pagos dejando en la calle a su plantilla y a los agricultores colgados. La déuda que puede haber quedado, dividida entre numerosos pequeños agricultores, alcanzaría la cifra de 22 millones de pesetas en Aragón. La suspensión de pagos ha pillado por sorpresa incluso a bastantes campesinos miembros de la UAGA. En Fréscano -donde ha dejado colgando cerca de 1.800.000 ptas.- Conservas Altamira, que tiene una fábrica de unos 14.000 metros cuadrados en Fustiñana (Navarra), había estado recogiendo guisantes a los campesinos hasta la misma víspera de declarar la suspensión de pagos. La trampa del tomate Es en uno de los pueblos más afectados donde nos explican los miembros de la UAGA cómo se desarrollaron las cosas. «El año pasado, al producirse una enorme cosecha de tomate (que por otro lado encontró serias dificultades en los mercados exteriores) muchas conserveras pretendieron imponer unos bajísimos precios. Cuando los agricultores presionamos para que los precios se mantuvieran, los pueblos más combativos fuimos boicoteados y nos encontramos con que nuestro tomate no encontraba salida. En Fréscano creamos un grupo de comercialización y al final logramos que Conservas Altamira nos aceptara una buena parte de la producción. Claro que las condiciones Je pago que fijó verbalmente fueron de 90 días. Cuando en Navidad fuimos a cobrar, la empresa nos habló de problemas de liquidez y nos ofreció unas letras a tres meses. Unas letras que aún hubo que volver a negociar. Al final, ¡ñas de medio año después de haberle entregado los tomates, llevamos las letras al protesto. Poco después nos encontraos con la suspensión de pagos.» F Con el dinero del agricultor 1 ia ni1?,"6 LÓPez. Secretario de piUAGA y uno de los afecta¬ dos, saca inmediatamente conclusiones de estos hechos: «Los conserveros nos dan siempre las mismas explicaciones: las dificultades cada vez mayores del mercado europeo que protege los productos de sus países, así como el insuficiente apoyo financiero a la exportación por parte del Gobierno. Este mismo año, mientras los créditos de campaña seguían muy difíciles, el Gobierno había elevado el canon de exportación». «Puede que no les falte razón —prosigue— pero también habría que decir que la industria conservera ha venido trabajando siempre con el dinero del agricultor. Hemos sido nosotros quienes les hemos estado financiando. Bien aceptando unos precios bajísimos o bien esperando a que terminaran de colocar su producto para poder cobrar. Y claro, cuando nosotros empezamos a reivindicar unos precios justos o unas condiciones elementales de cobro, ellos se encuentran sin salida.» Sea como sea, en lo que la mayoría de los agricultores hace hincapié hoy por hoy es en que el Gobierno debería de apoyar a unos y otros. A la industria conservera solucionándole su problema financiero y especialmente apoyándole en los mercados exteriores. A los agricultores mediante una buena planificación de cultivos que solucionara los graves problemas de mercados que se crean los años de excedentes -llegando a la contingentación si fuera preciso— y un control de los contratos con conserveras que limitaran sus maniobras especulativas. «Y en este sentido este año hemos dado un paso adelante —concreta Enrique López— con la campaña del tomate. El FORPPA ha ofrecido una subvención de 4 ptas. en kilo al 8 % y en un año a todo conser¬ vero que contrate el tomate a un precio superior a las 6,10. Y al mismo tiempo hemos creado una comisión compuesta por una representación del Ministerio, de los conserveros y de los agricultores para vigilar y denunciar cualquier fraude que descubramos en los contratos». Unirse para cobrar Pero los agricultores aragoneses insisten en que es urgente estudiar a fondo la problemática de los productos conserveros en nuestra región. Siendo como son unos productos que dan trabajo a una gran cantidad de mano de obra temporal y que se adaptan a las pequeñas parcelas, hoy día constituyen una de las bases de la pequeña explotación campesina. Y por otro lado se trata de unos productos situados estratégicamente de cara a los mercados europeos. Pero mientras que en Navarra trabajan más de 100 conserveras de volumen, en la Ribera aragonesa apenas hay 6 conserveras que se puedan tener en cuenta. Mientras los grandes problemas van esperando la solución correspondiente, los campesinos pillados en la suspensión de pagos por Conservas Altamira han empezado a moverse. Después de unas reuniones iniciales, van a convocar a todos los acreedores campesinos a una asamblea. «Se trata —según Enrique López- de unir a todos los pequeños acreedores campesinos, para que cuando se decida judicialmente sobre el destino de Conservas Altamira, podamos defender nuestros derechos. En caso contrario lo más probable es que cobrara todo el mundo -y especialmente los grandes bancos acreedores— menos nosotros». E.O. ucm Hipólito Garíbaldi de las Roces Jaca, 12 de noviembre de 1974 (a 373 días fecha del 20-N). El asturiano — e limo. Sr., por presidente de la Diputación Provincial de ZaragozaHipólito Gómez de las Roces, deshoja así la margarita de la recién inventada Comunidad General de Aragón: «Nada se puede llamar aragonés sí no se puede llamar también español. Por eso, cuando nos preocupamos por Aragón, estamos preocupándonos por España. Aragón, no lo olvidemos, es, dentro de España y, por supuesto, en la unidad de España, un proyecto sugestivo de vida en común». Sos del Rey Católico, dos años después y la caligrafía de don Hipólito inundándolo todo: «Profesamos la idea del Estado unitario; cualquier solución federalista sólo servirá para fraccionar la soberanía sin fundarse en nuestra historia y para dificultar la solución de los problemas materiales que España necesita abordar sin dilación». Zaragoza, 4 de septiembre de 1979. «Aragón/exprés» levanta textual acta: «A mí me parece absolutamente lógico y creo que, puesto que no es solamente una cuestión semántica sino que tiene sentido político, una vez aceptado el término nacionalidades, a título personal, entiendo que habría que optar también por asumir el concepto de nacionalidad. Históricamente lo es, indiscutiblemente». Asombro de mayor calibre (misma fuente): «Yo he estudiado los tres estatutos y de los tres, el que más se aproxima a la manera de pensar del PAR es el vasco, curiosamente». La clave (misma fuente): «Lo que sucede es que en política también la oportunidad hay que cogerla por los pelos». El premio (por unanimidad): Un equipo completo de las Metamorfosis de Mortadelo y una biografía de Garíbaldi prologada por Emilio Romero. Juan Antonio Franklin Foradada Zaragoza, arrabales del 1 de marzo electoral. «Acción Comercial, S. L.» (atención a la última letra de la sigla), sorprende a bibliófilos y otros perversos con la primera entrega de una prome-, tedora colección «Hombres de Aragón»: «Juan Antonio Bolea Foradada, primer Presidente de Aragón». Cunde la voz de alarma: ¡las mujeres y los niños, primero! Los libreros echan persianas que no cayeron cuando las bombas contra Pepe Alcrudo; los historiadores acuden en tromba a la Secretaría de la Universidad a canjear sus títulos ,por lo que sea; Elena Francis muere de la impresión mientras en la Plaza de España se guarda toda una vida de silencio por los muertos en el Caspe-76. El carillón electrónico del Pilar -que manos sacrilegas han manipulado con urgencia- comienza a repetir, con la machacona insistencia de los altavoces portugueses triturando permanentemente aquél inolvidable «Angola e nosa»: «La actual historia de Aragón viene marcada por la personalidad de su presidente Bolea Foradada (...) Lo más importante de lo ocurrido en este tiempo ha sido la voluntad de un pueblo que se ha puesto, por fin, en en marcha, que ha hablado por boca de sus parlamentarios, libremente elegidos, y que ha encontrado en Juan Antonio Bolea Foradada el Presidente que necesitaba, porque era capaz de entregarse, generosa y plenamente, a la consecución de una tarea harto difícil, muy arriesgada, muy imprecisa, porque se le exigía todo sin marcarle límites» (Opus citadaC pág. 1). -Señor Presidente, ¿es eso cierto? -Una vez -hay proverbial humildad en sus palabras- le paré un penalty a José Luis Violeta. Yo jugaba de portero» (Op. cit. pág. 64). Precio del ejemplar: 25 pesetas. Premio (por unanimidad): Obras completas de Benjamín Franklin (en piel) y un equipo completo de portero con calzón cuatribarrado. Calvino ANDALAN 7