Americanos en Zarago^] Genuino sabor yanqui Muchos zaragozanos hemos conocido la presencia de los soldados yanquis en la ciudad casi desde que vinimos al mundo. Ya de crios aprendimos a distinguir sus aparatosos coches, sus ropas a cuadros de colores chillones, su elevada estatura coronada potj sonrosadas cabezas con pelo de cepillo y su andar desgarbado y algo petulante pory calles y discotecas de Zaragoza. Sin embargo, ha sido siempre más bien poco lo que hemos sabido de ellos; cómo viven y por qué vienen. Esto, unido a los diverso incidentes en los que soldados yanquis se han visto implicados a lo largo de lo., años, ha alimentado un recelo popular que podría expresarse en una sola frase"! «Yankees, go home» John Smith, como dice la canción, vivía feliz en su casa de Alabama. Pero al acabar la escuela secundaria no encontró ningún empleo de su gusto. Montgomery, la capital del estado, se le quedaba pequeña para sus aspiraciones y tampoco le agradaba nada el crispado ambiente entre blancos y negros, y que, de vez en cuando, daba lugar a violentos altercados. De modo que un buen día se le ocurrió recurrir al Tío Sam y se alistó en las Fuerzas Aéreas. Tras un par de años, siendo ya cabo primero, y resultándole difícil y aburrida la larga espera para subir en el escalafón, tomó la decisión. , Su solicitud fue aceptada y se le concedió un destino que le satisfizo plenamente: Zaragoza, «Spain». Había oído hablar mucho a los veteranos del servicio en el extranjero, de las excelencias de la vida del soldado americano en tierras españolas. El sueldo no es muy elevado, pero 1.200 dólares al mes, para uno solo y en España, permiten una vida cómoda, aparte de que las posibilidades de ascenso son mayores. Un día en la vida zaragozana de Smith El despertador de John Smith suena a las siete de la mañana. Antes incluso de abrir los ojos, lo primero que John hace es encender el transistor que hay encima de la mesilla. La emisora de la base le saluda con un estribillo musical que se repite constantemente: «American Forces Radio». A las ocho menos cuarto abandona su piso alquilado en La Bombarda y se dirige a la Base en su Ford deportivo. Su jornada de trabajo comienza a las ocho en punto y se prolonga hasta las cinco, con una interrupción para comer. For la tarde, después de haraganear un poco en el club de suboficiales, donde algún experto sargento le explicará en qué sitios es más fácil alternar con las chicas nativas, Smith marcha con otros compañeros a las zonas de diversión zaragozanas. En cualquier pub — el Scotch Casino, por ejemplo — , entre cervezas y música a todo volumen, a duras penas logrará enterarse de que Maribel trabaja en una zapatería y Puri estudia secretariado, pues nuestro idioma no le entra demasiado. De cuando en cuando siente una gran nostalgia de su Alabama natal y bebe más de la cuenta. Entonces se le olvida el poco español que sabe y se vuelve agresivo. Si una noche las cosas se tuercen, la velada puede acabar a puñetazos con los aborígenes. Una vez en casa, antes de dormirse, enciende la radio de nuevo. La voz cálida del Tío Sam le reconforta: «American Forces Radiooooo». Las peripecias del imaginario cabo Smith pueden servir para que nos hagamos una idea de cuáles son las motivaciones y el modo ' de vida de los soldados norteamericanos en nuestro país. Todos ellos pueden considerarse como mijitares profesionales, ya que han recibido antes de salir de los Estados Unidos entrenamiento especializado en las diversas áreas: operaciones, mantenimiento, comunicaciones, meteorología, transporte, finanzas, etc. Suelen tener asignado un período de permanencia en la base que oscila entre los dos y tres años, según el tiempo que lleven en el servicio, su categoría y su estado civil. Hay también una población flotante, constituida por los pilotos que vienen a hacer prácticas de tiro en el polígono de las Bardenas Reales durante seis semanas. Los salarios en la base de Zaragoza oscilan entre los 448 y los 3.000 dólares al mes. El «american way of living» Las USAF han creado para sus hombres y mujeres (no es infrecuente ver a alguna en el control de entrada a la Base, con un revolver en la cadera y un transmisor en la mano), blancos y negros, un pequeño mundo aislado de su entorno y con todos los ingredientes del «american way of living». Tienen su periódico, «Stars and Stripes» — Estrellas y Barras — , su radio, que les permite seguir en directo los partidos de beisbol del domingo, sus zonas de picnic, sus economatos con un amplio surtido de productos traídos de América y con las típicas grandes bolsas de papel de estraza. Escuelas, médicos, capilla... La base lo tiene todo para que sus militares añoren lo menos posible a su lejano país. Por ello y por las propias recomendaciones del mando, la vida social de los yanquis es bastante discreta. Sus compras en las tiendas zaragozanas son ocasionales, sintiendo cierta debilidad por las mantas y los zapatos. Suelen vivir — los que lo hacen fuera del recinto militar — agrupados en zonas concretas, con preferencia las que disponen de espacios abiertos: Kasán. La Bombarda, Garrapinillos, torres de San Lamberto, etc. Más de la mitad tienen a su familia con ellos y llevan una vida bastante recogida, utilizando los lugares de ocio de la base o haciendo turismo los fines de semana. Los solteros, como es natural, no pueden evitar que su juventud les impulse a buscar algo de marcha en discotecas y bares. Astorga's y la zona de San Antonio María Claret son sus sitios favoritos. Para algunas de las chicas que los frecuentan, los fornidos yanquis resultan un ligue interesante. Años atrás no eran raros los embarazos no deseados y aún hoy hay quien se toma las cosas en serio y el asunto termina en boda. Unos vecinos peligrosos A • pesar de la habitual vida tranquila de los soldados de las USAF en Zaragoza, no es del todo infrecuente verlos involucrados en algún suceso. Las camorras nocturnas, en los primeros tiempos de su llegada a España, fueron famosas, si bien ahora los ánimos parecen más calmados. Otro hecho que siempre se ha asociado a su presencia entre nosotros es el aumento del consumo de drogas en los años sesenta. La vigilancia de las USAF sobre sus miembros en este terreno es estricta y qUjzàj debido a esto, nada trasciende al exterior. Sin embargo, comodato significativo, baste decir que principios de año la Policía detuvo a varios españoles y estadounidenses que se dedicaban al tráfico de drogas y al contrabando de aparatos electrónicos a partir de las ba" ses americanas de Zaragoza y Torrejón de Ardoz. Otros incidentes más o menos! graves han contribuido asimismo a fomentar un recelo si'empre la-| tente entre los autóctonos y en el 1 que se unen la atención a sucesos! concretos, la animadversión instintiva a un ejército extranjero y] cierta mitificación, entre cinematográfica y tercermundista, del! ciudadano yanqui. El caso es que i esta mala fama encuentra desgra-| ciadamente de qué alimentarse: desde el mal estado en que algunos han dejado las viviendas alquiladas — hubo una finca en la que] talaron cuarenta y siete árboles de buenas a primeras y hundieron un i techo — , hasta una conducta automovilística cuando menos chocante por estos lares; del salvaje asesinato de una joven de Garrapinillos por un sargento americano al | reciente supuesto intento de violación de una chica de 15 años por1 dos soldados de la Base. Responda o no a la verdad esta; imagen, la inmensa mayoría de los zaragozanos se siente incómoda ante la presencia de los yanquis y sería una grata noticia para todos su retorno a América, donde, seguro, hay un sitio para ellos, José Carlos Arnal Desde que en 1953 se firmaron unos acuerdos de amistad entre la España de Franco y los Estados Unidos de América, hasta la nueva España democrática que hoy quiere construirse, el sentido del «trueque» que implica todo acuerdo de estas características estaba claro: a cambio del apoyo en el ámbito internacional a un régimen autoritario por parte del «campeón de la libertad» y de cuatro chatarras de la guerra de Corea, más unos cuantos duros, USA lograba la utilización de unas bases en el sur de Europa de extraordinario valor para su estrategia. Ya en la década de los setenta, incluso el almirante Luis Carrero Blanco logró frenar las apetencias americanas sobre la utilización de las bases para sus conflictos en Oriente Medio. Y fue José María de Areilza, en 1976, quien firmó el primer tratado (ya no era tan sólo acuerdo) de Amistad y Cooperación con los USA y consiguió, además, la desnuclearización de Rota. También desaparecieron los aviones cisterna de Torrejón, de los que una escuadrilla fue a parar precisamente a Zaragoza. Quizá ese hecho pase inadvertido para algunos, pero ojo a esos aviones cisterna que son la prueba más evidente de que los desmentidos sobre la utilización de bases españolas por los americanos en algunos casos son realmente ciertos. En efecto, son los aviones cisterna basados en Zaragoza los que aprovisionan en el cielo Atlántico, no lejano al del Estrecho, a los aviones americanos que llegan a Europa, sin necesidad de que aterricen en suelo español. Desde 1953, poco a poco, los gobiernos Una base muy importante Avión de transporte «Hércules C-130» de la ragoza son españoles han ido arrancando ventajas, o haciendo menos «exigente» la presencia americana en nuestro suelo. Presencia que, sin embargo, continúa. ¿Por qué? Vayan, a vuelapluma, algunos datos para la reflexión. Tanto el Gobierno como la oposición se cuidan muy mucho de hablar del tema de las bases en su auténtica dimensión. Todo lo ocupa el factor OTAN y, a lo sumo, se acepta el tema americano como mal menor. Incluso se ofrecen sólo dos posibilidades para organizar la defensa de España: la OTAN o el pacto con los americanos que, ahora, quiere ser presentado más que nunca como una situación de inferioridad de España respecto al gigante americano por los partidarios de nuestro ingreso en la Alianza Atlántica. * USAF. Los aparatos que utilizan la Base de Za- más peligrosos. Pero el problema no es, ni mucho menos, tan simple. La posibilidad de pactos bilaterales con otros países europeos, además de con los americanos, está ahí como alternativa concreta para la defensa española. Alternativa que ofrece ventajas indudables y que, además, está al alcance de nuestras reales posibilidades económicas. ¿Permitirían los americanos una cosa así? Dentro de una política realista, se trataría de renegociar el Tratado en base a que, salvo ataque directo al territorio de una de las dos partes, no existiese compromiso de participación ni de facilidades de uso de las bases — empleando el sentido español de «facilidad» y no el de la traducción americana — , y de ofrecer a los americanos un aliado que puede moverse en el concierto internacional con mayor «fluidez» que desde la OTAN. ¿Qué papel podría jugar la base de Zaragoza en las alternativas que se presentan para la defensa de España? En caso de mantener el actual estatus de base conjunta, es indudable el interés americano en las escuadrillas de cisternas, antes citadas, en la proyección de Zaragoza hacia el flanco sur del Mediterráneo y en la cercanía de uno de los mejores campos de tiro y maniobras de Europa: las Bardenas Reales. No en vano los americanos tienen prioridad de utilización del campo, incluso con unidades españolas de tiro antiaéreo que tienen que efectuar sus ejercicios los fines de semana. Zaragoza es la base perfecta para poder lograr, en el caso de España, la superioridad aérea necesaria en un posible teatro de operaciones pirenaico, cuya defensa sería imposible sin esa imprescindible superioridad aerea, aunque sea local. La relativa cercanía de Zaragoza de la costa mediterránea, por otra parte, hace de la Base Aérea un punto importante para que la tierra ejerza su «acción» sobre el mar, en el caso de una operación aeronaval que pusiese en peligro nuestras costas o nuestras vías de comunicación con el archipiélago Balear. La importancia de la Base zaragozana aparece por tanto clara en ambas vertientes: bien dentro del dispositivo de defensa americano u otanista, siempre y cuando, en el primer caso, se logren además de la desnuclearización las condiciones expuestas ?n^erlJr' mente; bien dentro de un dispositivo de defensa enteramente español. Justino Calzad^ 10 ANDALAN