(^^t Cárcel de Torrero \¡jC¡^DJ Así es la vida entre rejas «Todo aquello que no gusta, se procura apartarlo. Olvidarse de ello, alejarlo». Esta frase de la Comisión de Internos de Torrero, refleja de alguna manera el sentimiento de estos hombres y mujeres que privados de la libertad se encuentran esperando el juicio que determine su culpabilidad o inocencia. Estas personas, encerradas entre los cuatro muros de las cincuentenaria cárcel de Torrero, han denunciado repetidas veces sus condiciones de hacinamiento y degradación, haciendo responsables de éstas al anterior director, Sr. Herbella, y al Juez de Vigilancia. Con el nuevo director en funciones, Javier Garcés, y la reciente creación de la Comisión de Internos, parece que las tornas están comenzando a cambiar, y el talante más abierto y democrático que se respira por parte de este hombre, según opinión de los internos, comienza a abrir vías de diálogo entre los diferentes estamentos que llevan las riendas de este edificio. Dentro de pocos días, a lo mejor cuando salga a la calle este número, se habrá producido el nombramiento del nuevo director del Centro, que es esperado con espectación por los internos que se imaginan que «el PSOE meterá a gente de su historia, y dentro de cinco años esparamos que haya gente con mentalidad democrática». Hasta la fecha, de la mayoría de los incidentes que ocurrían en el interior de las prisiones, solamente se conocía una versión, la que daba el director. El difícil acceso de la prensa para poder hablar abiertamente con los reclusos, impedía el conocer el otro prisma de la noticia, que en algunas ocasiones llegaba a través de asociaciones como AFAPE, que haciendo la tarea de correo-denuncia, «da voz a los sin voz», como ellos mismos se dejinen. Es posible que por eso mismo, las declaraciones hechas por los presos desde el número 80 de la avenida América, molesten a algunas personas e incluso hieran la sensibilidad de otras; ANDALAN en todo caso se ha sentido en la obligación moral de plasmar las opiniones de estos ciudadanos, para dar al lector un conocimiento más cercano de la realidad que ellos viven cotidianamente entre los muros y rejas que les separan de la sociedad externa en que nos movemos nosotros. «Los últimos incidentes fue todo un montaje de cara a la inspección» La tensa situación que ha vivido en los últimos meses la prisión de Torrero con la entrada de la fuerza pública, el cacheo general efectuado a los reclusos, los continuos tragos de lejía de los presos, las autolesiones y la trágica muerte de un hombre que ya llegó al Hospital Provincial en estado de coma, invitaba a realizar un repaso de todos estos incidentes y conocer la viva opinión de sus principales actores: los presos. Los hechos ocurridos hace 3 meses en el departamento celular de mayores, en que hubo una agresión a un funcionario, un cacheo general y la entrada de la fuerza pública que redujo a un interno, tiene dos versiones, una la contada por el entonces director del centro, Herbella, y la que ahora se posee de los internos. ANDALAN no entra en valoraciones, ya que considera a sus lectores con la suficiente formación, y se limita a pasar la cinta que expresa ambas opiniones. Allá cada cual. HERBELLA. — «El martes hubo una agresión a un funcionario directamente, se intentó sacar a este interno para aislarlo, pero los internos del salón no lo permitieron. Al final, ya directamente le convencí y fue llevado 10 ANDALAN al sitio correspondiente. La disciplina estaba determ\ da, a continuación había desobediencias graves a fui donarlos. Insubordinaciones. Sabía que estaba la m tensa, había que sulucionarlo, entonces, pues, se mlm\ un cacheo por los funcionarios. La fuerza pública se i mó después, estuvo primero a la espectativa, e intemi\ en un caso de un interno que se lanzó sobre varios ¡m donarlos y le redujeron, esta fue la única intervención) COMISION DE INTERNOS. — «El chaval llm ba unos días deprimido y se autolesionó cortándose t la muñeca. Nosotros llevábamos tres o cuatro días si dormir, porque se quejaba; llamábamos al médico, tat] daba tres o cuatro horas en aparecer, le ponía i inyección calmante y se iba. Normalmente venían funcionarios y no nos hacían levantar ni nada. Ese estábamos todos sin dormir, con unos ojos así (hm dos, se supone), y el chaval le dijo que no se levantahú que estaba de baja dada por el médico. El fmcionén le dijo que se levantase. Por fin, se levantó, tuvo m®\ palabras con el funcionario, le empujó y se volvió a meter en la cama, el otro le dijo que le iba a meter un I parte y que se levantara. El chaval le preguntó que si sí I lo iba a meter por pegarle, entonces se levantó y le dio un bofetón, punto. Luego llegó toda la pina de funcionarios. Nosotros decíamos que era un hombre depresiw |