La policía disuelve una concentración de estudiantes a finales de los 60. bargo, varios detenidos sufren palizas en los interrogatorios como Eduardo González, Manolo Varela, Patxi Echaniz. Las pocas denuncias que son puestas se pierden en los despachos de los jueces zaragozanos. Fidel Ibáñez recuerda cómo el médico forense Placer Martínez de Vecea tardó más de veinte días en acudir a la cárcel a comprobar una denuncia de malos tratos, declarando, después de esos veinte días, «que tenía los oídos algo inflamados». La solidaridad Si la represión desencadenada — que Por otro lado no afectó para nada al movimiento obrero zaragozano — no sirvió para paralizar la actividad antifranquista, sí sirvió para despertar una amplia solidaridad ciudadana. Juan Garuz recuerda cómo el día de San Valero se organizó un encierro en la iglesia de los Jesuítas, entonces en la plaza de Paraíso. El editicio fue rodeado por la policía y los eJ|cerrados permanecieron toda la noctle allí, saliendo confundidos con los ^habituales y numerosos feligreses que acudieron a la mañana siguiente a misa. Ningún detenido tuvo por otro lado problemas para encontrar abogado defensor. Ya desde hacía varios años algunos abogados como Juan Antonio Aragues, Carlos Camo o Enrique Cuadrado — que luego llevarían caminos políticos tan lejanos a sus defendidos — habían recogido defensas ante el TOP. Es Emilio Lacambra quien recuerda: «Cuando detuvieron en 1968 a los de Comisiones Obreras, yo les llevé desde Casa Emilio unos bocadillos y unas naranjas a comisaría. A la social les dije que me los había encargado un abogado que no sabía cómo se llamaba, y el «Legionario» adivinó enseguida: «ha tenido que ser Aragues». Desde aquellos años del 68, Paco Polo recuerda cómo once abogados asumieron la defensa colectiva de los detenidos políticos, entre otros nombres cita a Aragues, Antonio García Mateo, Emilio Gastón, Carlos Camo, José Nieto, Enrique Cuadrado, Ramón Sáinz de Varanda... Prácticamente se creó una lista de defensores que recogía todos los casos que se producían. Rafael Pastor Botija, decano del Colegio de Abogados, intervino activamente en más de una detención interesándose por los detenidos. Por otro lado, según recuerda Paco Polo, más de una vez la composición heterogénea de los abogados que acudían a Madrid a defender casos ante el TOP influyó favorablemente en las sentencias del nefasto tribunal. Y ios obreros El joven movimiento obrero zaragozano había sufrido ya la represión, cuando el siete de abril de 1968 la policía rodeó una hondonada en los pinares de Venecia en la que iban a celebrar una asamblea preparatoria del primero de mayo — en aquellos años 30 de abril — más de 600 trabajadores de Zaragoza. Manolo Casas aún recuerda cómo tuvo que comerse el papel en el que llevaba el orden del día de la asamblea. Allí mismo se producen cien detenciones, entre otras la de José Luis Alastruey, que es conducido a comisaría en moto. De esas cien detenciones, únicamente seis trabajadores siguen en la cárcel en enero del 70. Sin embargo el primero de mayo de 1968, a pesar de las recientes detenciones, más de cinco mil personas se concentraron ante sindicatos, siendo la primera vez que la oposición sindical organiza un primero de mayo reivindicativo. Por otro lado y fieles al objetivo de la «alianza de las fuerzas del trabajo y la cultura», se había venido produciendo una confluencia del movimiento estudiantil y el movimiento obrero. No es solamente que las octavillas de Comisiones Obreras — como recuerda Juan Garuz — se imprimieran en las multicopistas «autorizadas» que tenían los delegados universitarios, sino que, según Eduardo González, una mayoría de los socios del Club de Espectadores del Teatro de Cámara eran trabajadores vinculados a la lucha antifranquista. Sin embargo, el estado de excepción del 69 no afectó al incipiente movimiento obrero y de hecho con la negociación del convenio del metal del mismo año se produce en Zaragoza el despertar de las huelgas y manifestaciones obreras. ANDALAN 11