En el Principal, para solemnizar el cumpleaños de la Reina, se representó una comedia de Martínez de la Rosa, "Don Melitón o lo que puede un empleo", y se cantó el primer acto de la ópera de Auber, "La muda de Portici". Mientras las facciones reunidas de Gómez, Quílez, Cabrera, el Serrador y otros cabecillas, después de evacuar Ubeda y Balza, se dirigían a Bailén, intentando salir pollos Pedroches de Córdoba, iban llegando a Zaragoza charlatanes solicitados por la afluencia de forasíteros, y entre otros, un Mr. Pascal, braguerista francés, que ofrecía sus servicios en la plaza de Ariño a los herniados de ambos sexos. Los tenderos se las prometían muy felices, y las' dueñas de casa acudían a proveerse para recibir a sus huéspedes. En una droguería de la plaza del Pilar se acababa de recibir bacalao fresco superior, traído de Olorón, a dos reales la libra. En la calle de las Moscas, esquina a las Botigas Hondas, se despachaba excelente aceite del Bajo Aragón, a doce pesetas y un real de vellón arroba. Por todas partes se anunciaba queso roncalés, a 72 reales arroba. En el Coso, frente a la Audiencia, se vendía el vino de Alicante, seco, de 17 años, a 40 reales de vellón el cántaro, y a 24 cuartos el cuartillo. Cayó el Pilar en miércoles, celebrándose las solemnidades religiosas de costumbre. De ocho a doce ' de la noche hubo baile de máscaras en la Lonja, toda ella entarimada y con un alumbrado de arañas del mejor gusto. La extraordinaria vestimenta de los beneméritos milicianos y el encargado del café-fonda haría su agosto, mientras agotaban sus fuerzas los profesores de las dos músicas contratadas. En el Principal se representó la graciosa comedia "El mayor contrario amigo y diablo predicador", representación adornada, como decía el programa, "con todo su correspondiente aparato de escotillones y balancines, y el gran vuelo de tijera sobre la escena", siguiendo el espectáculo con un saínete y rematando con un baile. Empezó la función a las seis y media, y el público fué numeroso, acrecentando la curiosidad de ver la comedia el hecho de haber estado prohibida en tiempo del despotismo. Las grandes corridas anunciadas para aquel octubre de 1836 sufrieron un contratiempo infortunado. A última hora el diestro Montes no pudo venir. Con tiempo la Junta sitiada de la casa hospicio de la Misericordia, formada por los señores don Juan Romeo y Tello, don Ignacio Sazatornil, don Santos Sanz, don León Alicante y don Vicente Cavido, de la que era secretario don Anastasio Martin, habían contratado con Francisco Montes el que viniese con su cuadrilla para despachar los toros preparados, debiendo recibir en oro o plata sonante la cantidad de treinta mil reales vellón, satisfecha en el acto de concluirse la segunda corrida. Para cumplir su compromiso Montes, que debía traer otro espada para ayudarle, debía estar en Zaragoza con sus toreros el día 11 de octubre, haciéndose presente para que el público se enterase de su llegada. Pero sucedió què el 10 toreaba Montes en Madrid, pol¬ lo que avisó 'no llegaría hasta el 12 por la tarde. Que el Regidor comisionado estuvo esperando la llegada de los toreros hasta muy entrada la noche, sin que llegasen, no haciéndolo hasta las tres de la madrugada del 12, y a las seis de la mañana de ese día avisaron al Regidor que Montes no venía, sino que enviaba un certificado facultativo, declarándose en él tener una mano descompuesta v no hallarse en estado de lidiar, por lo que había hecho traspaso de la contrata a su segundo, Pedro Sánchez. Ignoramos en qué quedaría la ventilación del asunto que la Sitiada se propuso llevar a cabo para saber qué había de cierto en la herida y de legal en el traspaso, propósito que anunció en un Manifiesto publicado en el periódico. Pero como la afición se conforma siempre con lo que tiene, suponemos que de todos modos las corridas se verían concurridas, y hasta quedarían ganas para asistir a la anunciada para el domingo siguiente, para matar los cuatro sobreros de las anteriores, encargo dado al espada Francisco de los Santos. La desilusión de no ver aquel año torear a Montes, seguramente estaba borrada cuando al domingo siguiente hubo de celebrarse en la Junta de electores parroquiales de la ciudad la elección de las personas que debían componer el Ayuntamiento constitucional, que quedó designado del modo siguiente : Alcalde primero, don Angel Polo y Monge ; segundo, don Leoncio Val ; tercero, don Tadeo Arascot. Regidores, don Manuel Cantin, don Juan Maritorena, don Manuel Lóbez, don José Matéu, don Joaquín Marín, don José de Yarza, don Rafael Rodríguez, don Juan Manuel Estrada, don Germán Segura, don Diego Pardo, don Mariano i-'eiro y don Simón Gimeno. Síndicos, don Antonio de la Figuera y don Fileto Vidal. Pasadas las fiestas, los zaragozanos podrían entregar todo su afán y curiosidad a las noticias que les llegaban de los distintos lugares donde se desarrollaba la contienda civil y militar. El general San Martín, por Villanueva de la Serena y Castrera marchaba hacia Córdoba ; el general Peón combatía en Asturias contra la facción de Sanz ; el rebelde Gómez trataba, a través de los campos murcianos, de volver a pisar las montañas del Bajo Aragón; en Orgaz, a cinco leguas de Toledo, estaba Rodil dispuesto a cerrar la retirada de Gómez, cuyo retroceso hacia Granada impediría la división Alaix ; por Soria y Sigüenza andaba la brigada Narváez, mientras San Miguel perseguía al fraile Esperanza en Aragón, sin descuidar salir a recibir a Gómez en el caso de que pretendiese llegar a Cantavieja. Indudablemente, España es un país donde el paso del tiempo apenas si tiene valor. Al cabo de cien años, negros y blancos luchamos juntos contra los rojos, pero la lucha sigue. Hagamos votos por que el triunfo de esta vez, ya bien determinado en favor de los españoles legítimos, de los que no admiten ingerencias ni dictaduras de sectarismos extranjeros, nos traiga a España una paz definitiva. J. García Mercadal ANTIGÜEDADES Y ANTIGUALLAS FIESTAS DEL PILAR FAMOSAS EL odio sectario, ya que no pudo arrancar de los pechos aragoneses la devoción a nuestra Excelsa Patrona, quiso dar a las famosas fiestas del Pilar un carácter laico, que contribuyó a su fracaso. Las fiestas del Pilar, desposeídas de la actuación religiosa y su conmemoración por la vía pública, en donde nuestra Virgen recibía la fervorosa veneración de los buenos aragoneses, no interesaban a nadie ; así vimos que al poder manifestarse a la luz del día nuestros sentimientos, fueron la procesión y el rosario del Pilar la más espléndida prueba de la fe aragonesa; jamás se vió tal concurso de devotos ni entusiasmo mayor en el pueblo, aclamando delirante a la Virgen del Pilar. Como en 1809, las fiestas del Pilar de este año tendrán únicamente los actos que celebre la Iglesia; no están los espíritus para exhibiciones profanas. Como entonces, los enemigos de España pretenden destruir lo que jamás muere: Dios y la Patria; son las columnas poderosas que mantendrán, por los siglos de los siglos, la unidad española. Y la fe y patriotismo que heredamos brotarán más espléndidos que nunca, por ser plantas regadas en todos tiempos con la sangre generosa de innumerables mártires de la Religión y la Patria. Santa María la Mayor y del Pilar lo formaban dos templos unidos por un claustro o paso, estando en uno de aquéllos el camarín de nuestra Virgen. 20»