del Maestro, puesto que era discípulo distinguido, dándole necesariamente, su raso más rico, y destinando otros de inferior calidad para el servicio de los Apóstoles. De todas estas versiones, parece ser que la más acertada es la de que el magnánimo "padre de familia" fué José de Arimatea, el discípulo de Jesús, aunque oculto, que llevó mirra y áloes para el embalsamamiento del sacratísimo Cuerpo de Jesús, y que fué el único que se atrevió a llegar hasta Pilatos a pedirle el Cuerpo del Maestro, que llevó la sábana para envolverlo y que le depositó en el sepulcro propio que tenía preparado para sí, en el cual nadie había sido enterrado. Al dejar consignadas estas circunstancias los Evangelistas, parece como si quisieran pagar la deuda de gratitud que tenía con José dé Arimatea la Iglesia naciente, que siempre reconoció por cuna aquel": suntuoso Cenáculo del "padre de familia". Admitido que el vaso què usó el Señor en el Cenáculo, fué el de~ José de Arimatea, hagamos un paréntesis para describirlo, llevándonos de la mano la santa tradición, y las descripciones que der mismo hacen los distintos autores, muy especialmente el doctísimo canónigo archivero valenciano don José Sanchis Sivera, autor de un libro muy documentado sobre este asunto — la descripción que de tan preciada Reliquia nos hace, mi respetable y queridísimo mentor el Ilustrísimo señor Deán de Jaca don Dámaso Sangorrín — , don Elias Olmos Canalda, canónigo dignidad de archivero de la Catedral de Valencia, y muy especialmente cuanto escribió en su muy notable disertación sobre el Santo Cáliz, el Dr. don Agustín Sales, quien en 1736 nos dice: "El Vaso del Señor, el Santo Cáliz de la Cena, es de piedra ágata cornerina oriental, lo cual confiesan concordes los lapidarios más insignes que han investigado con toda diligencia su materia determinada; y con este nombre se halla en los inventarios de las Sagradas Reliquias del Metropolitano Templo valenciano. Bien sé (continúa diciendo el Dr. Sales) que muchos autores afirman que es "Calcedonia" (ágata azulada o gris perla), pero no acertaron... por no haber consultado los Archivos de la antedicha Santa Iglesia Metropolitana. El color de este Sagrado Cáliz es tan extraño y peregrino que, al volverle, se van formando diferentes visos... y si bien a primera vista se representa como una brasa de fuego amortiguada, sin embargo, como es piedra tan hermosa, matizada de diferentes colores, nadie ha podido explorar la especie de su principal color, procediendo esto, no por intervención del milagro, como juzga el vulgo, sino de la virtud natural de la piedra ágata. La Sagrada Copa es del tamaño de una media naranja grande (de las más grandes) capaz de unas diez a doce onzas de vino, alta cuatro dedos y está desnuda de toda guarnición superpuesta. ¡El pie, del mismo color que la copa, parece de "Concha" y está guarnecido el derredor y medios, de oro purísimo, con 28 perlas finísimas del grueso de un bisalto (en la actualidad faltan dos, que probablemente se desprendieron cuando ocho años después de esta descripción se cayó el Cáliz y se quebró la Copa) , dos bálagos (balaje es rubí) , y dos esmeraldas de gran valor; y es de alto, irnos tres dedos y medio. La vara, con su nudo, alta tres dedos, y las dos asas, son de oro purísimo con diferentes y primorosos buriles que denotan su grande antigüedad. Finalmente todo el, Sagrado Cáliz, que entre Copa, Vara y Pie tiene casi un palmo, ni es tan grande que en él sobrase, ni tan pequeño que faltase la congrua bebida para todos los que de él bebieron". En la descripción que hace el citado señor Sanchis Sivera dice: "La Vara, con su nudo, que mide siete centímetros, y las dos asas, que naciendo del extremo de la misma llegan hasta la base de la copa, son de oro purísimo, con diferentes y primorosos adornos burilados, de exquisito gusto griego, que denotan su gran antigüedad. Hemos visto (dice en una nota) en los diferentes museos de Berlín, Londres, París, Nápoles y otros puntos, muchos vasos, platos y alhajas, contemporáneos y anteriores a Jesucristo, que ostentan además burilados de semejante forma y dibujo, y aún más perfectos. Se equivocan los que se creen que el trabajo de las asas indica fecha más moderna. En cuanto a la materia de que se compone la copa del Santo Cáliz, está fuera de duda que es de ágata, de la llamada "cornerina" oriental (cornalina, dicen ahora). Su color rojo obscuro es tan especial, que introduciendo en el interior de la copa una luz, aparecen en su transparencia visos de varios matices, con todas las coloraciones del iris". Aduce después la erudita autoridad de yillanueva en su "Viaje literario" (de 1804) , robusteciendo su gran prestigio y erudi^ ción, cuanto llevamos expuesto. Ante esta magnífica y extraordinaria Copa, cuya riqueza material parece queda un momento olvidada por los esplendores de una tradición más que milenaria y universal, que la reconoce como el primer recipiente de la Augusta Transubstanciación, la piedad cristiana se arrodilla y adora. Pero volvamos con nuestro estudio e imaginación a Jerusalén, situando nuestra atención plena de emotividad, en aquellos días sublimes de la Crucifixión y muerte del Redentor. Volvamos al Cenáculo. Sigamos la historia de este Cáliz Santo, que la Providencia ha conservado hasta nosotros con el nombre y tradición de Cáliz del Señor, presentándolo en tres grandes épocas, desiguales en duración y en interés , y con las subdivisiones e incidencias propias en esta forma: De Jerusalén a Aragón 225 años. En Aragón, 1.141 años. De Aragón a Valencia. 547 años, hasta el presente. hispariD LA GRAN MARCA NACIONAL DE MAQUINAS PARA ESCRIBIR V SUMAR Concesionario: Comercial MORALES ROY, S. A. COSTA, 3 TEL. 25206 ZARAGOZA