BALANCE . La fachada de la catdral de Burgos, iluminada HA finalizado el verano y pasaron con él los momentos propicios para disfrutar las reglamentarias vacaciones, los descansos apetecidos por todo hombre de ciencia, dirigente o productor que, con la familia, ansia cambiar de ambiente, solazarse en permanencias que el clima y el paisaje hace gratas y remediar lesiones que el vivir y laborar cotidiano, cada vez más penosos, ocasionan lenta y solapadamente en nuestro organismo. Hecha la calma en los centros estivales más solicitados, desiertas las playas que animaron masas ingentes de bañistas, en silencio las plazas recoletas que exhibieron brillantes festivales, libres los caminos de acceso a las cumbres más significadas de nuestras cordilleras, el pensamiento evoea la cuantía, el aspecto, la magnitud de aquellas concentraciones donde los ocios hallan marcos de indescriptible belleza y pasatiempos en superación de satisfacciones al espíritu necesitado de esparcimiento. Y en ese recordar y resumir que abarca todos los aspectos que fragmentan el panorama veraniego, surje la evidencia del auge extraordinario que va adquiriendo el Turismo, moviendo en todas direcciones millones de viajeros cuyos desplazamientos justifican afanes de reposo, de higiénico apartamiento, de estudio objetivo, de saturación de luz, color, perspectivas y formas existenciales. El turismo acrece en importancia y los beneficios que rinde alcanzan cifras fabulosas que sin capítulo específico llegan a los presupuestos estatales como lluvia de oro TURISTICO SATISFACTORIO ooO§§OOo- que fecunda los ingresos y presta solidez a la economía nacional. España se ha visto favorecida por la visita de centenares de miles de extranjeros, cuyas aportaciones en divisas llevaron al Tesoro recursos cuantiosos, pero más importante aún será el concepto, la impresión favorable que seguramente llevarán de nuestra Patria donde la simpatía, la afabilidad, el acogimiento de tes españoles, juntamente con la grandeza y suntuosidad de nuestros principales monumentos, moverán a recuerdos durables. Zaragoza también ha presenciado el paso de núcleos importantes de turistas. Unos veinte mil podemos calcular sin temor a incurrir en exageraciones. En el número de visitantes predominaron los franceses. La mayoría clase media, expansiva, transeúntes sin prisas excesivas, capaces de permanecer un día más en la ciudad si el interés de un espectáculo solicitaba su atención. La ciudad que embellece paulatinamente sus vías principales, aunque carente de monumentalidad, gusta a esta clase de visitantes. Es muy posible que de regreso a sus lares conserven, además, buena memoria de la acogida que las zaragozanos les dispensaron, de la seriedad de nuestros hoteles y de. la propaganda que a manos llenas recibieron, especialmente los folletos artísticos de la Caja de Ahorros de Zaragoza, el pianito publicado por el Excmo. Ayuntamiento, que permite orientaciones rápidas, y los datos ciudadanos del plano-guía debido a la Junta Provincial, aparte las informaciones plenas de efusión y de referencias facilitadas por nuestras Oficinas de Turismo de la Plaza de Sas. lili . . ai El hermoso Patio de los Leones en la Alhambra de Granada — 4 —