KÏS¥ mmm 1 ¿a fachada mudejar de la iglesia de San Miguel de los Navarros, ante la cual se celebraban los dances LOS Danzantes del Barrito de San Miguel! Conservo de sus representaciones exacto y grato recuerdo, por haber alegrado horas de mi juventud. Se fueron hace años, tal vez para no volver, Juzgándose incompatibles con el moderno ambiente. Los que durante siglos, con habilidad y gracejo, llevaron a las fiestas civiles y religiosas entretenimiento honesto y sana alegría fueron arrollados por la avalancha de mal gusto que pasó la frontera, invadiendo nuestro solar y amenazando acabar con lo genuinamente español. A todo el que sienta amor por su patria ha de causarle pena el ver relegado al olvido nuestras tradicionales y puras costumbres y sustituidas por otras, impuestas por la moda extranjera, menos en armonía con nuestra manera de ser. Por lo que a mí se refiere, declaro que siguen pareciéndome las comparsas de Danzantes en extremo simpáticas, entre otras consideraciones, por personificar la más antigua manifestación del arte lírico, coreográfico y declamatorio español; por eso les concedo, además de la importancia histórica que indudablemente tienen, la artística que en alto grado les corresponde, y por ello deploro- que hoy estén casi desterrados de nuestras fiestas populares. Los Danzantes eran, por lo general, gentes sencillas, trabajadores del campo en su mayoría,, hombres buenos que, al terminar su cotidiana y dura tarea, no se iban a la taberna a envenenar su cuerpo y aun su alma, sino que asistían gozosos a casa del compañero que disponía del mejor local para ensayar las danzas de palillos, espadas y cintas, que después habían de ejecutar en público. En estas reuniones no se pensaba más que en ritmar las danzas con la mayor precisión, y en que, tanto los "dichos" como los "parlamentos", resultasen agradables al público que había de escucharlos, para de este modo asegurar el buen éxito de sus representaciones. Por FERNANDO LOPEZ Y LOPEZ Las comparsas de Danzantes del Barrio de San Miguel, de Zaragoza, se componían de más de veinte actores, de los cuales unos dieciséis figuraban ser soldados cristianos y turcos, actuando además los capitanes de ambos bandos, el rabadán, el ángel, el demonio, un dulzainero, un tamborilero y el personal necesario para auxiliar a los danzantes en la danza de las cintas principalmente. Se celebraban los dances en el tablado que exclusivamente para estas representaciones se elevaba en la plaza de San Miguel, y comenzaban con la "presentación de los Danzantes"; después, el "desafío del capitán turco al cristiano"; inmediatamente seguía la "aparición del demonio", papel que representaban jóvenes muy graciosos, los cuales tenían al auditorio en frecuente hilaridad, no sólo con sus chispeantes charlas, sino también por la mímica con que matizaban diversos pasajes del dance, sobre todo cuando los turcos eran vencidos por los cristianos, derrota que producía al demonio, como es natural, contrariedad, que acostumbraba a exteriorizar por medio de exagerados gestos y cómicas contorsiones, que hacían reír de buena gana al auditorio. Como muestra, hay un discurso del demonio, compuesto en verso por autor que nos es desconocido, y que fué recitado uno de los. últimos años en que actuaron los Danzantes del Barrio de San Miguel. A continuación empezabga la lucha, o sea "la danza de espadas". En ella intervenían los dos bandos, el de turcos De los profundos infiernos, donde tengo mi vivienda (por la cual, de enquelinato, no pago ni una peseta, pues allí naide hace el primo como lo hacen en k tierra), dimpués de atizar la lumbre y de echar en la caldera a treinta y seis escribanos, sesenta y nueve sirvientas, cien deputaus provinciales trescientas deciocho suegras y más de dos mil tenderos que tuvían mal las pesas, hi venido a Zaragoza pa echar a perder las fiestas. Yo soy Perico Botero, el que en las casas se cuela pa hacer que en los matrimonios ocurran desaveniencias ; el que manda que haiga siempre pelarzos por las aceras, pa que se rompan el alma los que cerculan por ellas; el que hace que el Ateneo no tenga nunca una perra, y que, en cambio, se hagan ricos los amos de las tabernas; el que organiza en Torrero eso que llaman «verbenas», y hace andar a los tranvías con retraso de hora y media ; de cada diez veces, treinta, el que en la Plaza de Toros, asesora al presidente a que haga alguna torpeza; el que enzuriza a los hombres y el que a las mujeres tienta, lo mismo si son casadas que si son viudas, solteras, o las tres cosas a un tiempo, pues pa mí no hay diferencias. Yo soy quien los contadores eléctricos desarregla, pa que los abonaus pagen más tarde las consecuencias. y a los probes concejales les enreligo la lengua y les hago icir «haiga», «cerculo» y «cercunferencia». Y yo soy quien ha inventa© las cédulas, pa que puedan un porción de caballeros hacerse ricos con ellas. Sabidor de que esta tarde, en el Circo, se celebra un Dance, en el cua) los turcos con 'os cristianos pelean, hi venido del inlcrno pa hacer que los turcos venzan, pues yo, como diablo, soy enemigo de la Iglesia. Y ahura me marcho, pa que otro salga a icir lo que quiera." y cristianos, ambos con espadas que entrechocaban al son de la dulzaina y el tamboril, presentando vistosas combinaciones. Mientras tenía lugar la lucha, el demonio animaba a los soldados turcos, con grotescos ademanes, a que estrecharan el cerco a sus enemigos los cristianos; pero de improviso aparecía el ángel blandiendo reluciente acero, cuya presencia desconcertaba a los infieles, que resultaban vencidos, derrota que regocijaba al público y provocaba su unánime aplauso. A Pedro Botero causaba la aparición del mensajero del cielo enorme impresión, cayendo al suelo de bruces, en medio de las más aparatosas convulsiones y entre las risas de los concurrentes. Después comenzaban los "dichos" que el Rabadán dedicaba a cada danzante. Los tales "dichos" eran, por regla general, intencionadas cuartetas alusivas a los defectos o costumbres de cada uno de los danzantes, los cuales formaban perfectamente alineados, saliendo de línea y avanzando dos pasos al frente aquel a quien iba a referirse el "dicho", el cual volvía a su sitio en la formación, una vez que el Rabadán terminaba de recitarlo. Entre "dicho" y "dicho", los Danzantes ejecutaban la "danza de los palillos", que consistía en simular los turcos y cristianos nueva lucha, esgrimiendo cada danzante de ambos bandos un bastón corto en cada mano, que también entrechocaban al son de la dulzaina y el tamboril, resultando un número muy vistoso, al que San Miguel y el diablo, asunto escultórico de Solí, en el retablo mayor daba animación los movimientos acompasados de los danzantes, que hacían sonar en ellos los cascabeles que llevaban en los jarretes de las piernas, y los vivos colores de los adornos de sus vistosos trajes y bastones. Con gusto consignamos los siguientes "dichos" que conservamos en la memoria: Este sí que es guapo chico y tiene las piernas largas para encorrer a ana vieja por una viña réfçul.i. En la cara te conozco • que eres mal trebajpdor, pus t'has quitado del campo y t'has hecho mididor (1) Ya sé que cuando festejas tiés a la novia respeto. pero es porque ellos, un día, dijeron: «Estate quieto». Serafín el Pinturero no viste tan elegante romo tú te pones siempre por atrás y por alante. Yo no me atrevo a decirte nada que te sepa malo, porque, como eres mayor, me podías dar un palo. Después de los "dichos" ejecutaban la "danza de las cintas", consistente en enlazra y desenlazar multitud de éstas, de diversos y acentuados colores, sujetas en lo alto de un mástil por una punta y sostenida la otra por los Danzantes. Al danzar de este modo alrededor del mástil, al par que realizaban acompasados movimientos, presentaban las más difíciles y vistosas combinaciones que puede imaginarse. Este número resultaba sumamente artístico y atrayente. Terminaba la representación con la "apoteosis final", que consistía en colocar al ángel sobre una base formada por la agrupación de los Danzantes, con las espadas entrelazadas, paseándolo por el tablado entre los aplausos de los espectadores. Esta es la fiesta, plena de arte y colorido, que alegró horas de mi juventud; por esto y por ser netamente española, le dedico este recuerdo, que hago extensivo a sus intérpretes los Danzantes del Barrio de San Miguel, deplorando haya venido a menos fiesta tan simpática aunque muy confiado en su resurgimiento que deseo no se haga esperar. 9 —