Zaragoza. Julio - Agosto - SEfntMBüB 1955 XXX- Núm, 236 lARAGOZA ESCA^ Director: Viotoriano Navarro González O REVISTA GRAFICA DE CULTUKA AKAGONESA Dirección- y Admón: Plaza Sas, 7, bajo - Teléf. 2 11-17 oda distinguida en Óan ^Juan de la ena SIEMPRE he sentido profunda veneración por San Juan de la Peña. En mis años mozos, subiendo por el escalar con los colaboradores de Santa Cruz de la Serós, la mesa de orientación que ofrendaba el SIPA. Durante mi estancia en Tiermas coincidente con el Marqués de la Vega Incián, Comisario Regio de Turismo, proyectando la celebración de unos festivales wagnerianes en el mismo lugar en que estuvo depositado el Santo Cáliz, a cuyas gestiones se nos unieron con todo entusiasmo, ei maestro Arbós, el tenor Viñas y don Mariano Vicente. La dificultad máxima consistía en el acceso, ya que la subida desde Santa Cruz era impracticable para grandes masas, y se mantiene la idea pendiente de realización. la tenacidad de un galeno aragonés, un tanto postergado en sus últimos años, consiguió que se inaugurase la carretera de Benués al monte Paño, celebrándose aquellos memorables "días d» Aragón" en que pudimos escuchar las autorizadas palabras de preclaros aragoneses, que con emoción, adoración y lirismo ensaisaron el valor histórico y espiritual de San Juan de la Peña. Difícilmente podremos olvidar aquel concierto que dió la la Banda Municipal de Zaragoza en el claustro del Monasterio primitvo. al interpretar bellos trozos del gran Wagner, que hicieron asomar lágrimas dé emoción a nuestros oos, ante tante belleza. Trae a mi imaginación estos recuerdos al experimentar parecida sensación cuando recibí, no ha mucho, una Enlace matrimonial Sancho Rebullida - Séuma Isábal, celebrado en el marco evocador del Monasterio Viejo de San Juan de la Peña una ofrenda pensaría. al amable invitación de don Miguel Sancho Izquierdo, participando la celebración de la boda de su hijo, precisamente en la iglesia del Monasterio Bajo de San luán de la Peña. Confieso que me quedé perplejo y conmovido. Estimaba esa una iniciación altamente sentimental y simbólica. En estos momentos en que peligra la familia, ante el disolvente rutinario e interesado imperante, celebrar bodas, en el crisol de la espiritualidad aragonesa, ante un altar en el que estuvo expuesto el Santo Cáliz, rodeado de un paisaje de ensueño y de pureza, tenía que influir poderosamente en los contrayentes y hacerles comprender la grandesa del Sacramento. Es un gesto procer que sería deseable tuviese continuadores. En Montserrat se celebran infinidad de bodas, atraídas por el ferviente amor a sus tradiciones seculares; en San Juan de la Peña tendría todavía mayor aliciente, el sabor de intimidad, recogimiento, más estrecha compenetreción con la naturaleza, y si esta loable iniciación fuese afianzando en los corazones de los jóvenes aragoneses, sería seguramente Supremo Hacedor que agradecería y recom- Zaragoza, septiembre de 1955 Eduardo Qaiiuieía Presidente del S. I. P. A. — 1 -