FIESTAS J AQU ESAS primer viernes de Mayo Camino de la victoria, el ejército de labradores hace su primera descarga cerrada en el portal de los Baños. (Fot. de las Heras) En estos tiempos de pasión, de lucha y de animosidades cruentas, parece complacencia inhumana el evocar hazañas bélicas de nuestros antepasados, siquiera aquéllas ejerciéranse contra un audaz invasor que quiso hollar y vulnerar el sagrado sentimiento de nuestra independencia patria. Estas de ahora — luchas intestinas — son tan inexplicables cuanto dolorosas, pues ni concebir debiéramos que entre hermanos nacionales pudiera llevar un simple pugilato de ideas a la extensión del odio que envenena los espíritus : y a la depresión económica, que hiere los cuerpos con el arañazo del hambre y la miseria. ¡Fraternidad! ¡Justicia!... Son palabras bellas, eufónicas que suenan bien en nuestros oídos y en nuestra alma.. En cuanto a realidad, tristemente no merecen en la mayoría de los casos otra valoración que la de su propia belleza. Salvo esta pequeña digresión, sensible y lastimera porque demuestra que, a principio del siglo vm como próximo a mediar el siglo xx, los hombres han vivido siempre en una frecuente escaramuza trágica de odios y ambiciones, hoy volvemos momentáneamente la vista al pasado, por ser estos los días en que no pueden menos de vibrar en nuestro espíritu los ecos de la fiesta jaquesa llamada del Primer Viernes de Mayo, que es una de las tantas que se denominan "gloriosas" en la historia de las naciones. En efecto ; este año también vuelve Jaca — la ciudad coqueta y renombrada — a la ensoñación mejor que al recuerdo de una batalla triunfal que para sí ganó en el año 761 a los moros invasores del suelo hispánico. Esta fiesta, tradicionalmente célebre, se verifica, apenas sin interrupción desde aquella época, el día del Primer Viernes de Mayo, y es suceso típicamente pintoresco, conmemorativo del denuedo y de la valentía de una raza que impidió, con el ardor de sus pechos, el acto humillante de que su territorio fuese usurpado arbitrariamente por los hijos de Mahoma. Contrastes de la vida : doce siglos después de la tradicional batalla, los descendientes de aquella raza ibérica que no permitió el más mínimo menoscabo de su independencia a los Los labradores, de regreso de la victoria, saludan a las autoridades. ( Fot. de las Heras) tj-K^:':'""^ 1 ■ moros invasores, ha venido invadiendo en lucha cruenta el territorio de los moros de hoy, que quieren defender la suya. Es para Jaca la fiesta del Primer Viernes de Mayo asueto general y desperezo patriótico. Al cabo de 1.175 años, siguen hablándonos al corazón, no de leyendas pueblerinas, sino de un hecho asombroso y heroico en las gestas patrióticas, realmente acaecido a mediados del siglo vm en estas amplias cañadas y estribaciones del Pirineo central. La Historia nos lo dice : Desde las atalayas del Castillo de Agib (hoy Catedral de Jaca) los centinelas dieron la voz de alerta. Venía sobre la ciudad un numeroso ejército sarraceno, situado ya en la llanura que se extiende entre los ríos Aragón y Gas, muy cerca del punto de su confluenciaAprestados todos los j acétanos a la lucha, decidieron resistirse hasta morir. Un valeroso caudillo, el Conde Don Aznar, célebre en esta historia jaquesa, púsose al frente y dirección del valeroso ejército. Al campo salieron con todas las armas útiles que en la población había, y cayendo de improviso sobre las huestes moriscas, en ellas sembraron verdadero espanto y confusión. Aunque un ejército de noventa mil moros (?) dícese que andaba desparramado por las inmediaciones, la lucha fué como de fieras acorraladas. Ya se sentían desfallecidos los cristianos cuando, a la caída de la tarde, vieron con gran sorpresa que, súbitamente, comenzaban a huir los moros a la desbandada. í Qué ocurría entonces ? ¿ Era un triunfo real y efectivo de los jacetanos sobre aquella ingente masa de moros, ebrios por el empeño de apoderarse de la ciudad?... Imposible que esto pudiera ser concebido lógicamente. La lucha de los jaqueses fué ardorosa, de tenacidad heroica, pero no capaz de vencer ante la inmensidad numérica del ejército conquistador. Eueron las mujeres de aquí las que triunfaron; las matronas de la montaña, las garridas jaquecas, quienes decidieron una victoria épica,- quizá inconscientes de cuanto iban a ejecutar... Enloquecidas por su espíritu de independencia, dijeron y probaron que este pedazo de Aragón era intangible para los hijos de Mahoma. * * * Los hombres de la ciudad no volvían a Jaca. Sus mujeres, sus hijas, sus hermanas ; las hembras montañesas de recio temple acometedor, agitadas por la impaciencia, lanzáronse en espantable bullicio al encuentro de sus parientes. Otras armas no llevaban que sus ruecas. ¡ Oh, las ruecas célebres de las aguerridas mujeres jaquesas ! ... Caminaba la multitud femenina en alborotado tropel, como locas desmandadas, cuya misión fuera arrancar a sus hijos de las zarpas de un león. Creyeron los moros que un poderoso ejército venía en defensa de los cristianos y huyeron a la desbandada, encontrando infinidad de ellos la muerte al vadear los ríos Aragón y Gás. Entre los cadáveres halláronse los de cuatro régulos,