uestro SIPA acaba de experimentar una irreparaA ^ ble pérdida con la muerte de su Secretario general, don Enrique Celma Alcaine, que había llegado a compenetrarse de tal manera con sus aspiraciones en pro' de Aragón, con sus funciones para fomentar el turismo, con sus problemas y con sus inquietudes, que todo el mundo identificaba al señor Celma con nuestra institución, considerándolos cerno un todo inseparable. Hombre de una caballerosidad intachable, entregado en cuerpo y alma a sus funciones administrativas y a su gestión cerca de los organismos oficiales y cara al público que, numeroso, sobre todo en las épocas estivales, acude a la Delegación provincial de la Dirección General de Turismo o a las oficinas del SIPA, para hacer sus consultas sobre viajes o itinerarios, para inquirir informes sobre pensiones o detalles sobre visitas a monumentos o lugares interesantes de nuestra ciudad o de la región, don Enrique atendía a todos con su amabilidad característica y les proporcionaba los más prolijos detalles sobre las consultas que se le hacían, y todos salían satisfechos de la exquisita atención con que eran servidos. Y cuando grupos de turistas llegaban a nuestra ciudad para visitarla y en muchos casos no se encontraba a mano un cicerone o intérprete que los acompañase, entonces el señor Celma se prestaba gustoso a acompañarlos y a explicarles el significado de nuestros monumentos y su relación con la historia, el tesoro de nuestras iglesias, las obras de arte de nuestros museos, la evolución urbanística de la ciudad, las fiestas típicas y el folklore aragonés; todo, ello con el plausible y buen deseo de que aquell ' s turistas pudieran llevarse una visión exacta de Zaragoza y de sus monumentos y con el fin de que guardaran de nosotros la impresión agradable de una cordial acogida y de esa hospitalidad característica de nuestra región. Y es, que nuestro llorado secretario, por encima del concepto de la responsabilidad de los cargos que él llevó en muchos casos hasta el sacrificio, impulsábanle a esa entrega total su acendrado cariño hacia las cosas de nuestra tierra, su espíritu cordial y comunicativo, y, sobre todo, su afán en contribuir al fomento del turismo, a la LUTO EN EL "SIPA" Dan tvtúquz Celma Alcamz, ka muerta prosperidad de Aragón y al prestigio de España en el extranjero. Todo ese dinamismo y todo ese celo, puestos al servicio de la Dirección General de Turismo y del SIPA, desbordaron del ámbito regional, para convertirle en un; elemento activo de la Federación de Centros y Sindicatos de Iniciativa de España, y tanto durante el tiempo que ejerció la Secretaría efectiva de aquella organización, co-, mo cuando después, en premio a sus méritos, fué nom-, ^ brado Secretario de honor, el señor Celma era un elemento indispensable en las asambleas anuales, no sólo en su organización, sino también en el estudio y desarro-1 lio de las ponencias, en las que siempre fué tenido en cuenta su consejo y fueron atendidas sus observaciones, porque era considerado como una autoridad indiscutible en la materia. Tanto como en el SIPA, estamos seguros que la desaparición del señor Celma será considjeradai en la PESIT como una gran pérdida, ya que, además del amigo cordial, dejará de formar en las filas de sus miembros uno de sus más eficaces artífices de la propaganda turística. Nuestra revista pierde, asimismo, uno de sus más entusiastas colaboradores. En todos los números no han de^ jado de aparecer trabajos suyos, unos bajo su firma y otros con el seudónimo de "Engel", y en todos ellos se ha traslucido siempre su cariño a la región y su laudable deseo de que en las páginas de "Aragón" quedaran reflejadas las aspiraciones de los pueblos en el orden económico y social, sus tradiciones y sus costumbres, así como sus monumentos más notables. Sus crónicas han constituido un expresivo exponente de cuanto de notable conserva la región aragonesa, en orden a bellezas naturales, a comunicaciones y\ alojamientos, a producción, arte, historia, etc., expuesto todo con amenidad y concisión y siempre con el propósito de despertar el interés y la curiosidad de españoles y extranjeros hacia nuestra región y de fomentar el turismo. El señor Celma había publicado además algunos folletos de propaganda turística, entre los que descuellan los dedicados a San Juan de la Peña, a Jaca y a Ansó, y colaboró, asimismo, en algunas publicaciones de carácter nacional. Nacido en Aragón, concretamente, en Borja, el señor Celma se trasladó siendo joven a Barcelona, especializándose en la profesión de contable, cargo que ejerció durante varios años en una fábrica de tejidos, donde mereció la estima y la confianza de sus propietarios. Su larga estancia en la ciudad condal no enfrió su cariño a la región donde había nacido, sino que, por el contrario, sintió exaltarse su aragonesismo, llevándole a formar parte del Centro Aragonés y a colaborar en alguna de las publicaciones editadas por los aragoneses de Barcelona, en las cuales dejó huella de su conocimiento de la historia y su amor a las instituciones de Aragón. Un desgraciado accidente de carretera tuvo las fatales 2 —