consecuencias de íiüe hubiera necesidad de amputarle ei brazo derecho, lamentable circunstancia que restó al señor Celma aptitudes para el desempeño de su cargo de contable, si bien conservó íntegras sus facultades intelectuales hasta su muerte. Después de este accidente dedicó sus actividades a la función docente, desempeñando el cargo de preceptor en una institución benéfica de niños sostenida por la Diputación provincial de Barcelona. Pero la llamada de la tierra que le vió nacer ejercía una gran atracción en el espíritu netamente aragonés1 de don Enrique Celma, hasta que le hizo decidir & trasladarse en unión de su esposa a Zaragoza, en donde fijó de nuevo su residencia, hacia el año 19S5, entrando a desempeñar el cargo de secretario general del SIPA. Du-1 rante todos estos años, como decimos al principio, ha desempeñado el cargo con gran competencia e interés y¡ su identificación con la misión del SIPA ha sido completa y su compenetración con los miembros de las juntas directivas que se han sucedido ha hecho que más1 que un subordinado fuera considerado como un cordial amigo y leal colaborador, que compartía con todos la responsabilidad, los afanes, preocupaciones y alegrías. En varios intervalos, y algunos de ellos bastante largos, el señor Celma desempeñó con entusiasmo y desinterés la jefatura de la oficina de la ¡plaza de Sas, al propio- tiempo que la Secretaría del SIPA, y tan meritorios servicios fueron muy apreciados y tenidos en cuenta por la Dirección General de Turismo, donde contaba con grandes simpatías y era muy apreciado por los altos funcionarios; don Manuel Iñigo tomó posesión hace tres años de dicha jefatura y el señor Celma, aun no perteneciendo al cuerpo, fué nombrado Oficial segundo de dicho organismo, en pago a aquellos merecimientos, cargo que ha desempeñado cotn entusiasmo y competencia hasta su muerte. Don Enrique Celma hacía ya bastante tiempo que se hallaba delicado de salud, pero su voluntad férrea, su laboriosidad y el sentido de la responsabilidad, que tanto' pesaba en él, podían más que sus dolencias y fueron pocos los días que dejó de asistir a su despacho, hasta que en los últimos días de octubre su enfermedad se agravó en términos alarmantes) hasta el punto de que ni los solícitos cuidados que se le prodigaban, ni los auxilios de la ciencia pudieron evitar su muerte, entregando su alma a Dios el día 2 del pasado noviembre; La muerte del señor Celma ha sido muy sentida en Zaragoza y especialmente entre cuantos colaboramos en el SIPA, y con su desaparición hemos perdido un cordial y buen amigo, y los servicios de turismo, tanto de nuestro organismo como de la Dirección General, uno de sus más entusiastas y fieles colaboradores. Descanse en paz. VICTORIANO NAVARRO. DIRECTOR DE LA REVISTA "ARAGÓN". ^ta fallecido don S^tm^msio ^IR^uste FUE UN POETA INSPIRADO Y DEJA UNA BUENA COLECCION DE DIBUJOS DE RINCONES ZARAGOZANOS EL día 6 de diciembre falleció en Zaragoza D. Ambrosio 'Ruste. Entre sus múltiples amistades la triste noticia produjo gran sentimiento. Era tal la bondad de su carácter, la afabilidad en el trato y el señorío en todos sus actos, que quien le conocía quedaba prendado de sus relevantes cualidades personales. La sola conversación con él engendraba un afecto. Después, cultivando su amistad, el afecto se hacía entrañable. En su dilatada existencia — tenía ahora 84 años — abarcó distintas facetas. Hijo de militar, de muy joven estuvo en Manila donde su padre ejercía un alto cargo. Allí murieron sus padres víctimas del cólera, antes de la guerra. Ambrosio Ruste ejerció varias actividades eai el extranjero, aprendiendo el habla correcta del francés, inglés e italiano. Ya en España, cultivó el arte escénico formando parte de la compañía del Teatro Apolo de Madrid. Por fin, dejó esta orientación y se trasladó a nuestra ciudad por la que sentía verdadero cariño. Notable delineante, ingresó como tal en casa de Portabella. A, la muerte de don Mariano Gracia Albacar, tuvo gran interés don Jenaro Checa, director de la Casa del Canal (año 1909), en que Ruste fuera el sucesor en el cargo de delineante que Gracia ocupaba. Desde entonces y hasta su jubilación se comportó como un funcionario modelo al que sus superiores prodigaron cuantas atenciones merecía. Fértil su ingenio, poeta inspirado, ágil su pluma, alternó las ocupaciones burocráticas con las periodísticas colaborando durante muchos años en numerosos periódicos — uno de ellos "El Noticiero" — y en revistas de diverso matiz. Sus artículos resultaban siempre ocurrentes. Por otra parte, los dibujos que Ruste trazaba tenían un sello espe¬ cial. Enamorado de la pintura y de Zaragoza, mostró singular atención por las acuarelas y de ellas distribuyó numerosas colecciones dedicadas a típicos lugares zaragozanos, muchos ya desaparecidos. Gracias a estas acuarelas perduran recuerdos de rincones artísticos de la capital que la piqueta demolió. El Ayuntamiento adquirió una colección y supo premiar tan meritoria labor otorgándole la Medalla de Plata de la ciudad. Ambrosio Ruste, amigo de todos, caballero intachable, pudo lograr una personalidad mucho más relevante en Zaragoza, pero su modestia frenaba en cualquier momento toda ambición. Baturro de corazón, compuso infinidad de coplas para actos conmemorativos y un libro con singular gracejo. Los periodistas, amigos entrañables, le acogimos cordialmente entre nosotros. Tantos eran sus merecimientos periodísticos, que el día 28 de enero de 1950 le nombramos Socio de Honor de la Asociación de la Prensa. Ha muerto Ambrosio Ruste como entregan su alma al Señor los verdaderos cristianos. En plena lucidez recibió los Santos Sacramentos, que el enfermo pidió, con ejemplar resignación. Deja el finado una estela de recuerdos inolvidables. Sus numerosos amigos lloran su muerte, sin más lenitivo que el saber que Dios lo habrá recibido en su seno. La Casa del Canal Imperial se ha portado admirablemente, apresurándose a disponerlo todo para que el cadáver recibiera cristiana sepultura en el cementerio de la Cartuja donde reposan los restos de la mujer de don Ambrosio. "Aragón" se suma al dolor que tan sensible desgracia ha originado. JOSE BLASCO. — 3